SEGRE

Creado:

Actualizado:

El sainete al que asistimos hace unos días a cuenta de la derogación de la reforma laboral va a ser difícil de tapar. Al Gobierno no le van a valer las artimañas, las mentiras, los bulos a los que nos tiene acostumbrados. Hay un Gobierno partido en trozos que no ha sabido gestionar la crisis sanitaria y que nos lleva de cabeza a la ruina económica.

En este contexto, aún no me explico cómo se puede ser tan irresponsable. El PSOE firma un acuerdo con Podemos y Bildu para derogar íntegramente la reforma laboral de 2012. Una reforma que no sólo sirvió para parar la sangría de puestos de trabajo de la anterior crisis, sino que ha seguido apoyando a las empresas con mayor flexibilidad para mantener el empleo y firmar cientos de miles de empleos fijos.

De madrugada, el PSOE decidió cambiar lo acordado y ya no se derogaba la reforma laboral completa, sino las partes que la izquierda considera lesivas cuando fueron precisamente la que dieron flexibilidad y acomodo a millones de empleos. Hay que recordar que el Banco de España dejó escrito en un informe que, de haberse aprobado antes –durante la etapa de Zapatero– la reforma laboral de Báñez, España se habría ahorrado al menos 2 millones de parados.

En todo caso, la rectificación fue seguida de mañanita por unas declaraciones del líder de Podemos en las que dejaba muy claro que lo firmado, firmado estaba y que además era lo pactado en el acuerdo de gobierno. El desastre era ya imparable. Partidos, sindicatos, empresarios y hasta medios de izquierda pusieron el grito en el cielo. El Ejecutivo había dinamitado el diálogo social, que veremos si se puede recomponer. Calviño amenazó, al parecer, con irse, y de nuevo el mensaje era que no se derogaba la reforma laboral. Incluso Sánchez tuvo que llamar a Garamendi, de la CEOE, para calmar los ánimos. Pero la puñalada ya estaba dada y el escándalo trascendía fuera de España. Y lo peor, aunque no se derogara la norma, la confianza, la seguridad jurídica y el empleo se han puesto en almoneda justo en el peor momento.

Todo un dislate que tendrán que explicarnos a cambio de qué se concedió.

tracking