Por prescripción médica no debería hacerlo, pero ¿qué quieren?, el domingo la tentación fue demasiado fuerte y vi El Chiringuito de Mega. Y comprendí, con claridad meridiana –y aquí cabría añadir después de escuchar en el postpartido análisis y tertulias televisivas y radiofónicas de todo tipo y condición ideológica– el por qué es imposible que nuestro futbol se apoye algún día en los adelantos tecnológicos.
Si los lunes, en el bar, no se pudiese polemizar con las decisiones arbitrales, igual al personal le daba por hablar de política, de la corrupción o de referéndums. Y eso siempre es peligroso para los que mandan más. Volviendo al Chiringuito. Bajo la norma del “y tú más” rearbitraron el clásico con penaltis no pitados, rojas mostradas o dejadas de mostrar, provocaciones en las celebraciones, y demás...
Todos dijeron la suya. ¿Todos? Todos no. Cuando Jorge d’Alessandro, de lo más sensato que hay en el programa, quiso explicar el por qué el Madrid sufre, en defensa, cuando juega la BBC, le silenciaron. Pasaron a publicidad y luego se olvidaron del tema.
