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Pedrerol, en su programa.

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Entre convencimiento y postureo la huelga del 8-M se dejó sentir en los platós televisivos. Las prima donna de las mañanas se ausentaron de sus espacios como Ana Rosa Quintana, Susanna Griso o María Casado, o las mujeres del Zapeando, desde Cristina Pedroche a Anna Simón y Anna Morgade. Sin embargo las de Sálvame (Lydia Lozano, Chelo, Terelu o Mila Ximénez) se sentaron en sus butacas para lanzar maledicencias. Cada uno, faltaría más, es libre de sus actos. Sin embargo lo que ya no fue de recibo fue lo de Pedrerol –y en menor medida lo de su sombra Manu Sánchez–. En un ejercicio de fariseísmo hipócrita, editorial incluida, se lanzó a defender la causa iluminada por la fe del converso. Sacrificó noticias del día para rebuscar en los cajones y sacar otras intemporales que dormían en el olvido al no haberlas valorado en su momento. Con golpes de pecho hizo causa con el feminismo y destacó, por ejemplo, la Copa Chipre –que había ignorado hasta entonces– ganada por la selección femenina de fútbol. Eso sí, tuvo tiempo de acusar al Barça-Español de hacer propaganda política.

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