El chascarrillo que circulaba por las redacciones en mis comienzos en la profesión de “el que vale, vale, y el que no, periodista”, se ha quedado obsoleto después que Pedro Sánchez haya nombrado ministro de Cultura y Deporte a Màxim Huerta (Utiel, 1971). Comenzó en los informativos de Telecinco hasta el 2005 antes de pasar a ser la mano derecha de Ana Rosa Quintana, desde ese año hasta el 2015, en que se dedicó de lleno a su tarea como escritor. Lo malo es que si bien su nivel cultural se le supone alto, su aprecio por el deporte no lo parece tanto al menos por sus twitts en los que abominaba de su práctica y reconocía su ignorancia sobre el tema. A.R. en su programa de ayer presumía del Gobierno de Mediaset, si se tiene en cuenta que el nuevo secretario de estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, presentaba hasta esta semana los informativos de Cuatro. Ahora bien, sería de agradecer que Huerta, a la hora de nombrar al secretario de Estado para el Deporte tuviese a bien hacerlo con un profesional del sector, a alguien que hubiese sudado la camiseta de verdad.
