Una hora menos en Canarias

Hay que reconocer que los canarios se han volcado a la hora de defender uno de sus signos identitarios más notables: lo de “una hora menos en Canarias”. Alarmados por la posibilidad de perder la cantinela con la que crecimos todos oyéndola sin cesar por radio y televisión con las modificaciones en los horarios de invierno y verano, han lanzado la casa por la ventana y recibirán al 2019, una hora más tarde que el resto de los españolitos, desde la mismísima Puerta del Sol madrileña. Cansados ya de que sus campanadas locales pareciesen de segunda división, han programado un fiesterío que llenará la hora entre las primeras y las segundas campanadas. Un fiesterío del que se beneficiarán los esforzados que acuden in situ al emblemático escenario y los que sigan la cosa por la pequeña pantalla. Lo malo es que el vetusto reloj, inaugurado en 1866 por la reina Isabel II y obra del artesano José Rodríguez Losada deberá echar el resto. Su maquinaria tendrá que soportar el esfuerzo de ser atrasada una hora una vez hayan sonado las dos campanadas. Un trabajo hercúleo.