Vuelven Manolo y Benito

Como da la sensación de que los creativos ya no saben qué inventar, ha llegado a las pantallas Masters de la reforma. Un nuevo talent show en que los aspirantes, vaya usted a saber por qué, no compiten para preparar el mejor bacalao o el mejor vestido de noche, sino para escoger el mejor color para una pared, el mejor material para adecentar un sueño imposible o donde colocar un sillón para que luzca más. Es una mezcla entre el Bricomanía de toda la vida, pero menos rebuscado (no se trata de con dos tornillos y cuatro remaches levantar la Torre Eiffel), y aquella entrañable Manos a la obra, donde Manolo y Benito bebían directamente de los inefables Pepe Gotera y Otilio, creados por el maestro Ibáñez. Aquí, bajo la mirada de un supuestamente estricto jurado y presentados por el todoterreno Manel Fuentes, los concursantes, por parejas, demuestran sus habilidades en arquitectura de interiores y decoración. Convenientemente editado para que parezca que van siempre contrareloj, el resultado es algo incoloro, inodoro e insípido. Pero tuvo su audiencia, la verdad.