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Miki Nadal y Anna Simón, en la caja.

Miki Nadal y Anna Simón, en la caja.SEGRE

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Los que hacen televisión dicen que la cámara engorda. Por eso suelen estar más delgados de lo que realmente conviene para dar, posteriormente en pantalla, la imagen más correcta. Pero, además de la cámara, los primerísimos planos tampoco son los más aconsejables. Esto es lo que debería haber pensado Anna Simón (Mollet del Vallès, 1982) antes de atreverse a participar en un gag, en el Zapeando del lunes en La Sexta, imitando otro idéntico en el que intervinieron dos de las estrellas televisivas estadounidenses: meter la cabeza en una caja de cartón, con cámara grabando, y, cara a cara, decirse intimidades en plan “¿qué has comido hoy?”, “Te huele el aliento” o “me están dando ganas de besarte”. O sea, unas risas y a otra cosa que el programa es muy largo y quedan muchos minutos por llenar. Hasta aquí todo correcto pero resulta que mientras Miki Nadal, su compañero de aventuras, dio el pego, a ella se le reflejaron todas las carencias, que, en plató, no se le notan: patas de gallo, cara más hinchada de lo normal y dos “pupas” en el labio no disimuladas por el carmín. Pena.

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