SEGRE
Una escena del primer capítulo.

Una escena del primer capítulo.SEGRE

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Ahora que daba la sensación de que TVE había encontrado el rumbo en las series de producción propia con Malaka o Estoy vivo, ha vuelto a las andadas, es decir, a colocarse a remolque de las demás cadenas, con Promesas de arena, un melodrama de lo más clásico que acaba de estrenar con decepcionante audiencia y que pone en pantalla una historia de amor imposible y prohibido entre una cooperante y un nativo en el Oriente Medio. Pese a tratarse de una adaptación de la exitosa novela de Laura Garzón, la primera entrega chirrió por varios motivos. Uno es el cásting. A excepción de Blanca Portillo (que eleva el nivel en cada una de sus apariciones), ni la debutante Andrea Duro ni Francesco Arca acaban de dar el pego en sus personajes y luego está la duración de los capítulos. Volver al formato de los 70 minutos por entrega se antoja excesivo para una trama que podría desarrollarse en muchos menos (pongamos que en 50). Se ganaría en ritmo y también en dinamismo. El caso es que mucho nos tememos, aunque no será cancelada, que pase sin pena ni gloria.

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