Un cierre que hace daño

Ya no vamos a entrar en si el Club Banyetes era excesivamente gravoso para las depauperadas arcas municipales. Probablemente, pero siempre hemos pensado que, en casos como este, no todo ha de ajustarse a un mero balance económico: tanto de ingresos, tanto de gastos, porque lo conseguido por el Club Banyetes en sus trece años de historia, desde su fundación allá por el 2006, no tiene precio. O no puede contabilizarse en euros. ¡Ahí es nada tener 16.000 socios, mucho más allá de su demarcación original! Detrás de esos 16.000 niños y niñas se esconde un sentimiento aglutinador en torno a un caracol y a sus amigos, y a sus aventuras que invitaban a soñar y, a los más pequeños, a divertirse con sus juegos y canciones (de hecho llegó hasta tener un musical propio que se estrenó en La Llotja) y un programa de televisión, que se grababa en los estudios de Lleida TV. Repetimos, puede que no cuadrasen los balances pero cuando en enero, si la Paeria no da marcha atrás, se apaguen las luces del Club Banyetes a más de un niño se le escapará una lágrima. Y eso, la verdad, no está bien.