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CARTA AL DIRECTOR

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SR. DIRECTOR:

Esto no pretende ser un homenaje a los que callan o a los que no tienen voz. Hablo de las personas a quienes se les dice, constantemente, lo que deben hacer y lo hacen. Son seres humanos en su vital expansión. Se les ha ordenado, no se les ha pedido, que es la diferencia entre tener la opción de oponerse o no, que antepongan las necesidades sociales a las propias. Es el colectivo que menos teme por su vida y el que más ha dado a la sociedad. Además, es el que más ha perdido y el que menos está en el centro de la inversión social. Pero siempre salen en campaña, desde la de la derecha a la de la izquierda, anunciándonos que ellos son el futuro de nuestro país, pero para ellos ya ni cuentan en presente. Quizás esta falta de consideración hacia este colectivo es el motivo por el que hoy estamos viviendo la experiencia de cómo no gestionar una crisis. Quiero decir que la poca inversión en educación de años pretéritos es el resultado de la gestión de hoy, y que los cerebros que fuimos formados con esa pésima calidad no aprendimos lo suficiente para entender que el cambio pasa por cambiar valores. ¿Qué pasaría si hubiéramos sido uno de los países que más hubiera invertido en educación en los años 80 o 90? ¿Tendríamos tanta necesidad de leyes limitadoras como las que estamos padeciendo?

¿Podríamos tratar a la sociedad como adulta?, ¿podríamos confiar en la sociedad y contar con ella para autogestionarse en parte?, ¿habría alguna presidenta de gobierno?, ¿seguiríamos siendo una monarquía? ¿No será que hay un interés en seguir controlando, aglutinando poder a expensas de la inteligencia individual y colectiva? Los niños y los adolescentes de este país no quieren aplausos ni monumentos al héroe, sino tomar parte en la sociedad y que, de una vez, empecemos a cambiar la visión y no volvamos a poner el arado delante de los bueyes.

A vosotros, a los niños y a los adolescentes de este país, no os doy las gracias, sino que os pido disculpas como corresponsable del fracaso social actual. Como adulto y padre siento vergüenza, como votante, asco.

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