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Un Govern que ha perdido su legitimidad

diputado del pp

Un Govern que ha perdido su legitimidad

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La democracia española atraviesa la situación más grave desde el golpe de Estado del 23-F de 1981. Hace tiempo ya que se viene perpetrando un Golpe de Estado, otro, desde la Generalitat; que es quien lo representa en Catalunya. La reforma exprés del Reglament del Parlament para que se pueda aprobar en secreto y sin debate la República Independiente de Catalunya y las partidas presupuestarias para celebrar un referéndum que el propio Consell de Garanties Estatutàries declara ilegal, no solo es un desafío a la Constitución, además viola el Estatut y anula al Parlament.

Desde posiciones irrelevantes y testimoniales, no hace más de cinco años, el separatismo ha ampliado su base gracias a la obscena manipulación de la Educación y la propaganda, que es lo propio de los regímenes totalitarios y neonazis. Ya se está viendo lo que esconde el derecho a decidir, que ha llegado a dejar fuera del debate a la oposición y aplastar las normas que regulan el funcionamiento democrático de la Generalitat. Cuando no salen votos suficientes, se pasa a la desconexión exprés y, si hace falta, el referéndum vendrá después de la declaración de independencia.

De la Ley a ley, es decir, de la Ley que regula la Constitución votada por todos, a la ley en secreto de ellos, porque a los demás se nos excluye y, por si acaso, ya nos previene la CUP, que es quien dirige realmente el procés, que la transición no será pacífica ni ordenada. Evidentemente, no hay nada menos pacífico y más desordenado que violentar la Ley y el Estado de Derecho. Y ya estamos pasando de la revolución de las sonrisas y el oasis catalán a la realidad a la que nos está llevando este Govern de JxNo a la democracia y a la ley, que no está legitimado para gobernar.

No creo que nadie a estas alturas pueda negarse a disociar el cerco judicial por la corrupción que acecha a la antigua Convergència, del acelerón imprimido al procés por el principal socio de JxSí con la complicidad del otro. Hay que llegar a la Tierra Prometida, al oasis de la impunidad, al paraíso sin corrupción, con la mejor salud, pensiones, servicios públicos e infraestructuras del planeta. Hay que escapar, ahora o nunca, porque con la recuperación económica y el 3% el procés se debilita. De ahí las prisas.

La condena por inhabilitación ya ha llegado, pero peligros mayores se atisban en el horizonte, ya que la avalancha de pruebas es abrumadora. Del famoso “Diuen, diuen, diuen” de Pujol pasamos a los hechos. Proliferan procesos judiciales, algunos promovidos por las denuncias ante el Juzgado de El Vendrell, por una concejal de ERC, caso Pretoria, caso Palau y todos los Pujol imputados. El famoso 3% denunciado por Maragall, que ha subido al 4%, porque según Millet, Convergència necesitaba más, ya no se puede tapar con la estelada porque los que pagan y los que cobran dicen lo mismo y, además, testigos protegidos imputan al propio Artur Mas.

Nada sin embargo parece perturbar el buen ánimo de nuestro luchador por las libertades, viajero infatigable por estos mundos a pesar del escaso eco de sus lamentos. Porque todo esto de que Catalunya está invadida por una potencia extranjera y que sufre privación de libertades, no hay quien se lo crea. Y, además, Europa está más ocupada en fortalecer nuestra unión que en debilitarla, por lo que no parece sensato pedir apoyos internacionales para un territorio pueda separarse de un Estado democrático sin razones ni apoyos suficientes y en contra de las reglas jurídicas más elementales y, encima, sin ejército propio.

Por eso, el Astut Mas lo fía todo a la insurrección y a la épica aunque, evidentemente, su mensaje de que se le quiere quitar de en medio porque estorba no alcanza las dimensiones del de su mentor Pujol cuando este apelaba a la dignidad del pueblo de Catalunya después de la estafa de 20.000 millones de Banca Catalana. Que Rivera ahora se junte con el PSOE, Podemos y los separatistas para una reforma constitucional con excusas de mal pagador, es lo último que le conviene a España y, probablemente, a su propio partido. No hay nada menos regenerador que apoyar a los que prefieren entrar en la cárcel por héroes en vez de por villanos.

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