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El Brexit arranca, la UE se relanza

Profesor de ESADE Law School

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Las negociaciones oficiales entre Londres y Bruselas arrancaron el 19 de junio. Pero el plazo de dos años para culminar el divorcio empezó a correr el 29 de marzo, cuando Theresa May activó el artículo 50 del Tratado de Lisboa. Para el 29 de marzo de 2019, el Reino Unido debería estar fuera de la UE. Bruselas, lista para negociar, pretende cerrar sin demoras el pleito antes de las elecciones al Parlamento Europeo previstas en la primavera de 2019. Pero el desconcierto reina en Londres tras el inesperado resultado de las elecciones legislativas del 8 de junio. También los europeos esperaban una nítida victoria de la primera ministra. Pero May perdió la mayoría absoluta que disfrutaba en la Cámara de los Comunes y su posición negociadora quedó debilitada ante la UE; y su liderazgo político dentro del partido tory en entredicho. Apostó fuerte adelantando las elecciones para lograr un claro y reforzado mandato para negociar con la UE-27, pero fracasó. Se esperaba un “Brexit hard or soft” pero en todo caso ordenado y cumpliendo los plazos. Ahora, Bruselas teme que todo sea más incierto.

En el último semestre, el termómetro político y económico en el continente ha cambiado. Destaca la llegada de Emmanuel Macron al Eliseo. Los movimientos populistas y antieuropeístas se frenaron en las contiendas electorales celebradas en Austria, Holanda e Italia. También en Alemania y el Reino Unido. Y se espera que Angela Merkel logre en otoño un nuevo mandato en las elecciones del Bundestag. Además, el clima de recuperación económica europea y mundial es propicio para la zona euro. Y en la cumbre europea del pasado 22 y 23 de junio se respiró una renovada confianza entre los 27. El optimismo desatado en Londres hace un año se ha trasladado al otro lado del canal de la Mancha. En Bruselas, una frágil May se dirigió a sus antiguos socios comunitarios con un tono más comedido y conciliador. Y el presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, afirmó que no pierde la esperanza que los británicos pudiesen reconsiderar su actual posición para quedarse en la UE. Nunca se sabe del todo qué nos depara el futuro. Pero el Brexit difícilmente tendrá vuelta atrás porque se han deteriorado las relaciones políticas y de confianza entre las Islas y el continente.

El Reino Unido podría resultar finalmente perjudicado por el Brexit. Un año después del referéndum del 23 de junio de 2016, la economía británica titubea. El PIB siguió creciendo en 2016 (un 0,7% en último trimestre). Pero solo un 0,2% en el primer trimestre de 2017. Desde el referéndum de 2016, la libra esterlina perdió un 13% ante el euro y un 14% ante el dólar, encareciendo las importaciones, empezando por el petróleo. La inflación, un 0,5% en junio de 2016, subió al 2,9% en mayo de 2017, frenando el hasta ahora vigoroso consumo interior, el gran motor del crecimiento. El sector inmobiliario se frenó. Según un informe de Lloyd Bank del 21 de junio, las ventas de viviendas recularon un 7% en 2016. Y algunas entidades financieras de la City de Londres preparan planes para deslocalizar parte de sus actividades ante una posible pérdida del pasaporte europeo para seguir operando en el continente. Y será Frankfurt quien sacará mejor tajada que París, reforzando su posición como el gran centro financiero de la UE.

Por ahora, solo cabe hablar de una ralentización económica. Según The Economist, el PIB británico podría crecer un 1,6% en 2017 y el nivel de paro es solo un 4,6%. Pero muchos inversores internos e internacionales siguen a la espera de cómo van a evolucionar las negociaciones entre Londres y Bruselas. Hay muchísimo en juego para los sectores financieros. También para los manufactureros: la UE es el destino del 48% de las exportaciones británicas. Unas incertidumbres que ensombrecen las perspectivas de una economía muy dependiente del continente. Londres no lo puede fiar todo a unas eventuales relaciones especiales con EEUU y los países de la Commonwealth.

Ahora, los europeístas Merkel y Macron ven una gran ventana de oportunidad histórica para repensar y relanzar una UE más cohesionada y comprometida, sin los británicos. En el último Consejo Europeo quedó patente una entente franco-alemana que preparará una hoja de ruta estratégica para afrontar decididamente retos nuevos o pendientes como la política de seguridad y defensa común, la gestión de los flujos migratorios y la erradicación de la amenaza del terrorismo islámico. Y avanzar hacia una mayor integración económica y monetaria en la zona euro. También rehacer las relaciones de cooperación y de confianza con los países de Europa central y oriental, como Hungría, Polonia, Chequia y Eslovaquia, sin olvidar la creciente inestabilidad en los Balcanes. La reconducción de las relaciones con Rusia será clave.

La salida del Reino Unido permitirá potenciar una UE reforzada que, durante la crisis financiera, perdió capacidades de negociación internacionales frente a EEUU, China, Rusia y otros países avanzados y emergentes con creciente poder geoestratégico y económico mundial.

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