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Oportunidades perdidas

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Nuccio Ordine, profesor de literatura italiana, en su último libro afirma que la grandeza de los pueblos se mide por la cultura que poseen. Su ensayo es una maravilla que muestra la pasión de quien está convencido de que leyendo a los clásicos se aprende muchísimo. Ya su anterior libro, La utilidad de lo inútil (2013), fue una auténtica joya. Y entre muchas de las reflexiones que nos regala el estilo cuidado de Ordine, quizá la mejor sea la de aprovechar el tiempo al estilo del emblemático poema de Costantino Cavafis, Ítaca, por ser una de las lecciones fundamentales de la vida. Y esa sensación flotaba el jueves en el Parlament cuando, a petición de las universidades, se tuvo que aprobar de forma urgente una moratoria de cuatro años para una ley que dice que los alumnos que empezaron sus estudios universitarios el curso 14-15 deberían tener el nivel B2 de lenguas extranjeras. Como muchos de esos alumnos que finalizan los estudios no tienen el certificado exigido, el Parlament se vio obligado a reconocer que una de las oportunidades del presente, el dominio del inglés, se ha descuidado. El gobierno nacionalista puso una fecha y, llegado el momento, ha tenido que solicitar cuatro años más porque muchos alumnos no podrían finalizar sus estudios universitarios. ¿Era eso lo que llamaban un modelo educativo de éxito? La flojera viene por inercia de antes de la etapa universitaria. El informe del Departament d’Ensenyament, L’avaluació de quart d’ESO 2017, constata que más del 56% de los alumnos de cuarto de ESO realizan 4 o más faltas de ortografía si escriben en castellano y más del 62% cuando lo hacen en catalán. Es impactante. El mismo documento constata que más del 30% de esos alumnos catalanes tienen un nivel bajo o medio-bajo de la tercera lengua. En mi opinión es urgente apostar porque todas las escuelas públicas sean innovadoras, de calidad y trilingües, donde el inglés sea lengua vehicular, donde se enseñe en inglés, no inglés, que también. Formar en catalán, español e inglés sería bueno por el futuro de Cataluña. Invertir en educación, como seguro que apoyaría el profesor Ordine, es invertir en un buen futuro para todos. Lo pensarían también los clásicos para la vida que de cultura sabían una eternidad.

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