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COLABORACIÓN

Riesgos geológicos, una asignatura pendiente

Investigadores doctorandos del Grupo RISKNAT-UB

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En los últimos meses se ha podido observar de manera muy relevante como los riesgos geológicos han impactado en diferentes lugares de la geografía catalana. Aludes de nieve, deslizamientos de terreno y desprendimientos de rocas forman parte de los fenómenos que se han ido produciendo últimamente. En referencia a los desprendimientos de roca, a principios del mes de marzo un episodio de lluvias intensas ya dio lugar al reconocimiento de una gran cantidad de desprendimientos que afectaron diferentes lugares del territorio. El accidente que se produjo el 2 de marzo en la N-230, donde una piedra impacto un vehículo, ya ponía en evidencia que estos fenómenos son un riesgo presente en las carreteras y que las acciones de prevención y protección no siempre son suficientes. La evaluación del riesgo de desprendimientos es una tarea compleja. La peligrosidad que estos suponen está directamente relacionada con la probabilidad de que un desprendimiento tenga lugar. Pero la exposición de la sociedad a este fenómeno y la vulnerabilidad (o capacidad de resistencia) también son elementos indispensables para evaluar el riesgo con el objetivo de definir las mejores estrategias de gestión que permiten minimizarlo. Es especialmente en estas fases de evaluación donde la investigación tiene un papel muy relevante, ya que sólo a partir de la investigación de estos fenómenos y de la caracterización de los desprendimientos se pueden definir las estrategias de mitigación más eficaces. El desprendimiento sucedido en el Cinglo de les Esplugues (Cataluña) el lunes 16 de abril, ha generado un gran impacto ya que ha sido de unas dimensiones excepcionales y con una afectación directa a la sociedad, dejando un vehículo sepultado con el resultado de dos víctimas mortales y un escenario de una alta complejidad para los técnicos que deben restablecer la circulación en la zona afectada. La magnitud del desprendimiento ocurrido no es fácil de cuantificar, pero a partir de las fotografías se pueden aproximar unos 20.000 m

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de material desprendido. Movimientos de ladera de esta magnitud suceden de manera poco frecuente en Cataluña, pero tenemos evidencias históricas en todo el territorio. Algunos relativamente recientes en la memoria como el desprendimiento de Montserrat de 2008 de 900 m

, el desprendimiento de Pont de Bar 1982 de más de 20M m

o los sucesivos desprendimientos de mediana y gran magnitud que ocurren en el escarpe de Puigcercós (pueblo abandonado en 1881 a raíz de un gran deslizamiento) situado a escasos kilómetros del Cinglo de les Esplugues. ¿Se habría podido evitar un desprendimiento como el sucedido en el Cinglo de les Esplugues? No. Cuando hablamos de desprendimientos de dimensiones pequeñas o medianas (dimensiones métricas), las acciones de contención juegan un papel esencial para evitar que las infraestructuras se vean afectadas. Pero en casos de desprendimientos tan grandes cualquier medida de contención es ineficaz. La única manera de erradicar el riesgo consiste en reducir la exposición y esto únicamente se puede lograr a partir de una correcta gestión del territorio que implica, forzosamente, gestionar la ocupación del suelo. De este modo, un indicador relevante de la exposición a los desprendimientos de rocas lo encontramos en el abandono de las casas que históricamente han ocupado el Cinglo de les Esplugues. Esta gestión del territorio, y la calidad de sus resultados, que en muchos casos es menospreciada en el ámbito de los riesgos geológicos, es un reflejo de la falta de sensibilización y concienciación de la sociedad hacia los riesgos naturales. Como hemos visto en este inicio de 2018, los desprendimientos de roca pueden parecer aislados y de escasa afectación, pero responden a un comportamiento natural de nuestras laderas rocosas. Los episodios observados que pueden parecer distantes y desconectados están relacionados y forman parte de nuestro cotidiano en todas sus magnitudes, haciendo aflorar la necesidad de seguir investigando para mejorar el conocimiento y la capacidad de analizar de manera global e individual la afectación de estos fenómenos a la población. Los desprendimientos de rocas que a menudo nos pasan desapercibidos, excepto cuando recibimos el impacto directo de sus efectos, nos deben servir para poner en relevancia el interés que tiene para el conjunto de la sociedad el estudio de los riesgos geológicos. Desde esta perspectiva, y con la voluntad de seguir estudiando los procesos que se desencadenan en nuestro territorio, el apoyo a la investigación y la financiación de los centros de investigación es fundamental para aprender a gestionar mejor estos riesgos y reducir su impacto, permitiéndonos vivir en un país más seguro y sostenible.

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