¡Oh, memoria!

El nacionalismo está preocupado por silenciar al que piensa distinto, por ocupar el espacio público, pues así se gestan los proyectos nacionalistas. Llegan al poder disimulando sus pensamientos con excesos de demagogia, pero cuando el partido que ganó las elecciones quiere hacer un acto en Vic, se lo prohíben, porque creen que esa plaza pública es suya y les ofende que alguien la solicite. Si en la Universidad de Barcelona un experto en Cervantes, está impartiendo una lección magistral, el nacionalismo boicotea el acto y el Rector con las piernas temblorosas decide suspenderlo. El Quijote representa para algunos un libro terrible. Y es que el nacionalismo habla en nombre de Cataluña negando la realidad social y la fractura que está produciendo. No hay precedente en democracia de una crisis institucional como la actual, con una fuga de empresas que persiste y con una confrontación que llevan al límite. Eso es una irresponsabilidad. Y además han incrementado el relato victimista. Para ellos lo que sale mal en Cataluña es siempre culpa de España, y lo que sale bien es a pesar de ella. Tenemos un President convencido de que el supremacismo es democrático, que lo que él opina es lo que opina el pueblo, y cuando no, es que se está equivocado. Él ve a Cataluña como un todo igual e ignora la admirable pluralidad de nuestra tierra. El President se cree superior, poseedor de la verdad suprema, y que los políticos han de indicar quién entra o sale de la cárcel. Y es que en su gobierno nacionalista propondría a los jueces y hasta les llamaría para indicarles lo que deben hacer. Eso es lo que llaman hacer “República”, hablar mucho de conseguir una sociedad mejor, para acabar imponiendo el pensamiento único, la lengua única y levantar una gran frontera que nos aísle de Europa. El gran líder supremo nos seguirá hablando con esa superioridad que tanto le gusta, aunque sus asesores le recomiendan que la esconda un poco. Pero aun así en los ayuntamientos donde impera el nacionalismo declaran a personas non gratas por sus ideas, prohíben actos políticos como en Vic e incluso la semana pasada impidieron violentamente en la Universidad una conferencia sobre Cervantes que escribió: “¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!”