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Sánchez, Torra y Guiomar

Sánchez, Torra y GuiomarSEGRE

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Imaginarse una aventura de amor de alguien que vive en Madrid, por ejemplo de una mujer infelizmente casada, una morena con afinidad ideológica de derechas, con un poeta republicano mayor que ella que reside en Segovia, nos sería fácil conociendo lo que cuentan de Machado con Pilar de Valderrama. Es fácil imaginarlos paseando juntos por los jardines estivales de la Moncloa, hablando de sus cosas, ella diciendo que le va a contar la verdad a su marido, él perdidamente enamorado exigiendo una prueba, absorto ante el agua de la fuente refrescando el ambiente, “la sed que nunca se acaba del agua que no se bebe”. La distancia les oprime, les hace sufrir, se extrañan, dudan, se escriben, se regalan cosas... Pero ella acaba con su familia en Portugal, él en Valencia, y “la lejanía es de limón y violeta”, y todo se esfuma. Quizá como escribió el gran maestro: “¿fue todo tiempo vano de una bella tarde yerta?” En sus memorias Sí, soy Guiomar, Valderrama escribió que “no podía continuar en una situación equívoca con él. No podía ofrecerle más que una amistad sincera, un afecto limpio y espiritual, y que de no ser aceptado así por él, no nos volveríamos a ver”. Por esos jardines pasearon el lunes Pedro Sánchez y Quim Torra. El primero llegó allí gracias al apoyo del segundo. No han publicado el contenido exacto de la hipoteca que el socialista ha contraído con los nacionalistas. Torra explica que el 90% del tiempo hablaron del inventado derecho de autodeterminación, que en el fondo es su eufemismo para intentar separar Cataluña de España y Europa. Según Torra no se puede detener en ningún otro tema, pues todos los restantes, sanidad, educación, servicios, entre otros, a su juicio son menores. Sabemos que el primero no cejará en sus intentos de ruptura y el otro está enamorado del poder. Torra está pactando como se ha hecho en los últimos 40 años de bipartidismo. El cobro de la deuda contraída nos entrega a más de la mitad de los catalanes como botín. Y es que es “todo en el hoy de ayer, el Todavía que en sus maduras horas el tiempo canta y cuenta, se funde en una sola melodía, que es un coro de tardes y de auroras”. Pretenden que seamos moneda de cambio y eso es inaceptable.

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