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Dos gobiernos a la deriva

Diputado por Lleida del Partido Popular

Dos gobiernos a la deriva

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Es sorprendente que algunos se sorprendan de las consecuencias de la disparatada e indecente moción de censura que permitió que un partido con 84 diputados desalojara del gobierno al que había ganado las elecciones con 137, para lo que necesitaba y consiguió el apoyo de los separatistas de diverso cuño, de los populismos de ultraizquierda de Podemos y de los filoterroristas de Bildu ¿Es que alguien podría creer que alcanzado el único objetivo común que era quitar a Rajoy no iban a aparecer el cobro las facturas de tan repentinos como dispares socios?

El resultado es que estamos ante el comienzo del curso político más accidentado, incierto e inestable de nuestra historia reciente, la economía se enfría y el deterioro de nuestra democracia es preocupante. Cada día se habla de nuevas elecciones, la prioridad del Gobierno de Sánchez es aplacar a los socios de ocasión, especialmente a los separatistas, y la del Govern no es la de atender las necesidades de todos los catalanes, sino la de utilizar las Instituciones para desafiar al Estado, con toda clase de aspavientos.

Aseguraba Sánchez que la moción de censura se presentaba para convocar elecciones, que no toleraba chantajes y que introduciría la transparencia en la política española. Al parecer ahora quiere llegar al 2020, a costa de lo que sea. Las amenazas y chantajes aparecen por todos los flancos, tanto es así que si quiere seguir tendrá que ser con lo PGE del Partido Popular que tanto criticaba –lo que es una suerte – y que cuando le recordaba a Rajoy que un ministro alemán tuvo que dimitir, por plagiar una frase en la tesis doctoral, olvidaba el plagio del 20% de la suya.

El tiempo ya está demostrando que el abandono del bloque constitucional, al que tanto costó incorporar a los socialistas, ha sido una pésima decisión. En Cataluña no se legisla, el Govern no es capaz ni de garantizar el orden público y la negativa del Parlament de acatar las sentencias del Tribunal Supremo pone de manifiesto que la pócima del diálogo no aplaca a los separatistas. Porque no nos engañemos, lo que ha sujetado la democracia, la unidad de España y el orden constitucional ha sido la línea roja del 155 aplicada por el Gobierno del PP, el Poder Judicial independiente, el Rey y en definitiva la fuerza del Estado de Derecho.

Entonces, para qué ha servido, que es lo que se dirían y prometieron el Doctor Cum-Laude y el Escribiente agitador, durante su idílico paseo por los jardines de La Moncloa, cuando en un prodigioso ejercicio de amnesia, uno olvidaba que tenía delante al que hacía poco llamaba el “Le Pen español” y el otro, que estaba enfrente de un “asqueroso español”? El caso es que la cálida relación ya está en el congelador, ha sido tan efímera que reaparecen los ultimátums y la expectativa “dialogante” se ha ido al traste. Porque el gobierno de Sánchez está limitado por la Constitución y el de Torra por una división interna ingobernable.

Estamos pues ante dos Gobiernos inoperantes, a la deriva, que prometen lo que no tienen. Al separatista se le caen ya todas las caretas. El derecho a decidir era un subterfugio de la Autodeterminación, que la ONU prohíbe expresamente. El Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo acaba de respaldar la decisión del TC sobre el 1 de Octubre. Y la UE, como reconoce hasta el propio Puigdemont, no apoya la secesión. La inversión ha caído en Cataluña en 6 meses un 41%, más de 4.000 empresas se han ido y el 25% de las quiebras de España se producen aquí.

Y la conmemoración de las diferentes efemérides otoñales solo ha servido para descubrir que las sonrisas y el pacifismo son otras de las muchas falacias del soberanismo, porque cuando se incita a la desobediencia aparece la violencia. Y tampoco somos “un sol poble”. Somos más los catalanes que queremos seguir siendo españoles, y los que no están más divididos que nunca entre ERC, la CRIDA de Puigdemont y lo que queda de Convergencia, la CUP y los “amigos de los CDR”, tan animados por Torra que los Mossos acabaron escondidos en el Parlament y el propio Torra, saliendo por la puerta de atrás. Y es que como dice Aznar antes se partirá Cataluña que España.

Desenterrar a Franco para enterrar la Transición no le ha servido al Gobierno central para ocultar lo que veía venir. El pago de las hipotecas a los socios, las puertas giratorias y los enchufes. Lo que es sorprendente es que a un Presidente se le caigan del Gobierno 3 ministros en 100 días, o la inagotable relación de contradicciones, desmentidos y disparates. Y aquí en Catalunya la reaparición del 3%, que sube al 8% en Lleida, ha sido determinante de la súbita conversión al separatismo de Convergencia, y deja claro que en una Catalunya independiente no se hubiera destapado y que las advertencias de Tardà de que “No som prous” quieren decir que se utilizarán todos los medios, para engrasar la insuficiente, todavía, mayoría social.

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