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Rusia resiste las sanciones internacionales

Profesor de ESADE Business&Law School

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Vladímir Putin resistió las sanciones económicas impuestas por EEUU y la UE por la anexión de Crimea en julio de 2014. No lograron aislar financiera, tecnológica y comercialmente Rusia. Putin supo reaccionar impulsando las relaciones políticas y económicas con China, India, Arabia Saudí y otros países emergentes. Y los nexos económicos con Europa, su primer socio comercial e inversor, siguieron creciendo.

El PIB vuelve a crecer: El PIB ruso, tras caer en recesión en 2015 y 2016, volvió a crecer un 1,5% en 2017. Y lo hará otro 1,7% en 2018, aunque sufre los efectos de una política monetaria de EEUU que provocó una caída del rublo ante el dólar un 15% desde enero. Pero, hoy, los datos macroeconómicos son buenos, con una inflación interanual del 2,5% y una deuda pública del 25% del PIB. Y se prevé un excedente presupuestario en 2019, a pesar de los altos costes de las inversiones en Crimea y el incremento del gasto militar. Las reservas de divisas han crecido desde los 368.000 millones, en 2015, a 457.000 millones, en junio de 2018. La 11ª economía mundial tiene dos pilares: el energético y el militar. Le favoreció la gradual recuperación de los precios del petróleo, gas y de otras materias primas a partir de 2016, en un país donde los ingresos energéticos representan el 30% del PIB y el 50% del presupuesto estatal. Y Moscú también potenció las millonarias ventas de sofisticado armamento, principalmente a China, India, Turquía y los países del Golfo. En el reciente informe Doing Business 2019 del BM, Rusia pasó a ocupar el 31º lugar en una lista de 190 Estados. En 2012 estaba en el 120º.

La UE es el primer socio comercial e inversor: La UE representó el 44,2% del comercio exterior ruso en 2017. En cambio, EEUU, el 4º socio comercial, solo el 4,1%. Las relaciones Rusia-UE son importantes, destacando una creciente dependencia energética europea respecto al gas ruso, hecho que explica que las sanciones de Bruselas a Moscú dividan los países europeos. Alemania no desea romper una alianza energética que se reforzará si se concreta el proyecto de gaseoducto North Stream 2, que conduciría el gas ruso directamente a Alemania a través del mar Báltico. Un proyecto, apoyado por Berlín y Viena, al que se opone Bruselas y varios países miembros como Polonia y los países bálticos. Francia tiene sus dudas. Alemania ya importa de Rusia más del 40% del gas que consume, Francia el 25%. Y Gran Bretaña pide reforzar las sanciones por motivos políticos. Pero Putin cuenta con apoyos explícitos como el del primer ministro italiano Matteo Salvini que, el 17 de octubre en Moscú, se mostró favorable a suprimir las sanciones. El más crítico es Trump, que soñaba con vender sus excedentes de gas estadounidense a la UE.

Rusia gira hacia China y Oriente: La presión occidental favoreció la cooperación rusa con otros países. China ya es el segundo socio comercial representando el 14.9% del comercio exterior ruso. Xi Jinping y Putin reforzaron su cooperación militar, financiera y comercial el 9 de septiembre en Vladivostok. Moscú vendió a Pekín su sistema de defensa antimisiles S400 y bombarderos SU-35. Ambos comparten un adversario: Trump. E intentan llenar los vacíos que la política aislacionista y unilateralista de EEUU va dejando en todos los continentes. Pero las relaciones ruso-chinas son asimétricas. China es una superpotencia al alza con un colosal mercado interior, de unos 1.350 millones de personas. En cambio, Rusia es un gigante territorial con una escasa y envejecida población de 145 millones de habitantes que intenta frenar su declive económico. Y les separa la impermeabilidad entre las culturas rusa y china. Y otros problemas: Pekín no reconoció la anexión de Crimea. Y Moscú recela ante unas inversiones chinas que potencian las nuevas Rutas de la Seda en Asia central, que dificultan la aspiración rusa de recuperar su influencia en las repúblicas exsoviéticas. Rusia también se abrió paso en Oriente próximo tras intervenir en el conflicto sirio, y apoya a Irán, otra vez sancionado por Trump. Pero también estrechó nexos con Arabia Saudita colaborando en el control de la producción y los precios del petróleo.

Putin acumula poderes: Putin ganó sin apenas oposición política un cuarto mandato en las elecciones presidenciales del 18 de marzo y seguirá a la cabeza de un país que gobierna desde hace 18 años. Y refuerza su poder aprovechando el sentir nacionalista de la sociedad rusa. Putin les presentó las sanciones de EEUU y la UE como otro intento occidental para desestabilizar Rusia. Pero el país sigue sin realizar las reformas estructurales necesarias para corregir los problemas de gobernabilidad y corrupción, mejorar infraestructuras deficientes y diversificar una estructura financiera y económica muy dependiente de la exportación de recursos naturales. Putin revertió la apertura económica iniciada en los noventa. Hoy, el sector público vuelve a controlar la economía en detrimento del privado. Y el endurecido régimen político ruso interviene para favorecer sus intereses en una UE sumida en una compleja crisis.

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