Sánchez y las lentejas

Resultaba extraño que el presidente Torra se reuniera con el presidente Sánchez y, hablando nuevamente en nombre de Cataluña, le hiciera entrega de un documento infame que es un recopilatorio de su odio hacia el resto de españoles y, sobre todo, hacia los catalanes que no pensamos como él. Ahora que hemos podido conocer el contenido del documento, sabemos que solo había exigencias nacionalistas, y volvemos a ver cómo el primero sigue pensando que su único interés es el de representar a una parte de Cataluña, excluyendo a más de la mitad de catalanes cuya deriva secesionista no comparten.

Pero lo más preocupante es que Sánchez acepte como interlocutor de todos los catalanes a quien sabe que, cómo él, ocupa su presidencia gracias al apoyo de los separatistas, con una ley electoral que le permite gobernar de forma interina. Y si de algo nadie debería tener ninguna duda es que el lugar para presentar y explicar esas exigencias debería ser el Parlament y de forma pública, porque ese es precisamente el lugar del debate de los representantes catalanes, y si algo ya sabemos que evita el president Torra es mantener un debate en el que la oposición pueda intervenir sin cortarles el micrófono.

Porque en las supuestas exigencias con las que el president de la Generalitat persevera hablando en nombre de todos los catalanes, vuelve a olvidar cualquier medida que sirva para mejorar la vida del conjunto, medidas sociales, propuestas que eviten la próxima huelga de los trabajadores sanitarios, que atienda las peticiones de ALLEM, una excelente agrupación de entidades sociales sin ánimo de lucro dedicadas a la prestación de servicios de soporte para las personas con discapacidad de las comarcas de Lleida, que baje las tasas universitarias, que siguen siendo las más caras de toda España, o se podría preocupar por el corredor mediterráneo y de los trenes. Pero no le oirán jamás hablar de nada de todo eso, porque son temas que le incomodan, que le alejan de su interés personal, que es compartido con Sánchez, mantenerse en un proyecto que no se sostiene y que así se aleja de lo que exige tanta gente que está harta de ver cómo les venden por un plato de lentejas, que olvida a los millones de catalanes que no son separatistas.