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Al final de la escapada

Diputado por Lleida del Partido Popular

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No habrá PGE para el año 2019 y Pedro Sánchez tendrá que gobernar, no sabemos durante cuánto tiempo, pero poco, con los PGE 2018, unos Presupuestos prorrogados que vienen del anterior Gobierno, del Partido Popular, lo que no deja de ser humillante para un personaje tan pagado de sí mismo, como es el que hoy nos gobierna, pero también era lo previsible, porque cuando se gobierna con tan solo 84 diputados y gracias al apoyo de golpistas separatistas, herederos de ETA, y amigos de Maduro, hay precios que no se pueden pagar, aunque se quiera.

Humillante ha sido, no obstante, que en el debate político más importante del año, en el que se discuten las cuentas públicas que afectan a los ciudadanos, no se haya hablado casi de los presupuestos y mucho de Cataluña, porque el momento político actual va de España, de la soberanía de todos los españoles y de la Constitución, pero es que la política presupuestaria, mejor dicho toda la política de este Gobierno surgido de la Moción de Censura, está vinculada al Prucés y a un diálogo, a una negociación, entre chantajistas y rehenes.

Tampoco es una mala noticia más allá de que genera inestabilidad e incertidumbre, lo que no es bueno para la economía, que no se aprueben unos Presupuestos con menor crecimiento económico, más impuestos y cotizaciones, que nos iban a traer más paro, como ya se ha visto en enero con el peor dato de los últimos años, y que sean rechazados unos presupuestos con los recortes y que sean rechazados los recortes en las inversiones en Lleida, que paralizaban, entre otras, la A-14, tramo Almenar - Alfarràs - límite provincia de Huesca, o la CN-240 Lleida-Borges Blanques, sin que por cierto los alcaldes separatistas de la zona, tan beligerantes cuando se produce un accidente, hayan dicho ni pío.

La coincidencia del inicio del juicio a los rebeldes separatistas con el debate presupuestario ha marcado también la reacción del gobierno de Sánchez, tras las reprimendas airadas de socialistas tan relevantes, entre otros, como Felipe González y Alfonso Guerra, y la multitudinaria manifestación en Madrid del pasado domingo, a la que tuve el honor de asistir como único de los cuatro diputados al Congreso por Lleida en representación de tantos leridanos que creen en la unidad de España y la Constitución.

Resulta ahora que el Gobierno socialista ha descubierto que los separatistas para apoyar los Presupuestos exigen la irrenunciable Autodeterminación para romper España, lo que curiosamente fue desvelado por Torra entre los 21 puntos de negociación ocultos desde hace dos meses y curiosamente desvelados por unos y descubiertos por otros en vísperas presupuestarias. Así como la exigencia también de un mediador internacional o la formación de una mesa entre partidos favorables a la independencia al margen del Congreso o del Parlament.

Todo ello acentúa la sensación de engaño que tiene la sociedad española defraudada además porque no se han convocado elecciones, ni se ha regenerado la vida pública, como se puede percibir en numerosos ejemplos que afectan al propio Gobierno, ni se ha apaciguado, sino todo lo contrario, la tensión en Cataluña.Y sobre todo la sensación de que Sánchez estaba dispuesto a pagar cualquier precio por aguantar unos meses más en La Moncloa han hecho la situación insostenible.

Por eso los PGE han sido rechazados y la sensación ahora es que acaba el ciclo del único gobierno en democracia que no ha salido de las urnas y que ha llegado al final de la escapada. Ocho meses inútiles que no han tranquilizado Cataluña, que han deteriorado la situación económica y que solo han servido para romper la unidad, que habrá que restablecer, de los partidos constitucionalistas. Con un PSOE más inclinado a los Partidos que quieren romper la Constitución y España que a los que quieren defenderlas. El penoso balance hace inevitable una comparación. Dos presidentes de Gobierno, Adolfo Suárez y Mariano Rajoy, que se enfrentaron y superaron dos golpes de Estado y otro presidente, Pedro Sánchez, empeñado en gobernar con los golpistas.

Se abren ahora dos escenarios: seguir gobernando en precario y chantajeado, o convocar elecciones. Si quiere hacerlo antes de las Municipales y Europeas previstas en mayo, ha de convocar el 19 de febrero o el 5 de marzo, para que puedan celebrarse el 14 o el 28 de abril respectivamente. Es un disparate –porque coincidirían con el juicio al Prucés–, pero precisamente por eso, es posible. Puede hacer coincidir las próximas Elecciones Generales con las de mayo. En cualquier caso el nuevo Gobierno tendrá que salir de las urnas.

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