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El imperialismo monetario y judicial de EEUU

Profesor de ESADE Business&Law School

El imperialismo monetario y judicial de EEUU

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EEUU, además de su supremacía militar, siempre contó con otros medios de presión para defender sus intereses políticos y comerciales. Destaca el uso y abuso del predominio del dólar en el sistema financiero mundial, que puede servirle para imponer sanciones a otros Estados. Un status privilegiado contestado por China y Rusia y otras economías emergentes, que buscan vías alternativas para sustituir al uso de la divisa estadounidense en sus transacciones financieras y comerciales internacionales. También Europa sufre los efectos del “America first” de Trump, que provoca unas tensiones comerciales que debilitan las relaciones transatlánticas.

El unilateralismo de EEUU puede llevar a un gradual proceso de desdolarización del comercio mundial. Un objetivo difícil, que solo se podría concretar a muy largo plazo. El dólar sigue siendo la divisa reinante en el sistema monetario internacional desde que se concluyeron los Acuerdos de Bretton Woods en 1944. Entonces, las principales economías, la mayoría occidentales, se arrimaron al dólar, la sola divisa convertible en oro hasta que, en 1971, otras divisas empezaron a flotar libremente. Setenta y cinco años después, EEUU sigue siendo la primera superpotencia mundial. Y aunque China logre algún día convertirse en la primera, la divisa americana seguirá predominante durante largo tiempo. El PIB de EEUU superó al del Reino Unido en 1870 pero el dólar no logró destronar la libra esterlina hasta después de la Segunda Guerra Mundial.

El dólar cumple con las funciones de ser la principal moneda convertible, que sirve para valorar las demás divisas, canaliza la mayoría de las transacciones comerciales e inversiones internacionales y domina los mercados financieros. Hoy, el billete verde representa el 62,3% de las reservas de los Bancos Centrales del mundo frente el euro (20,2%), el yen (4,9%) y el yuan (2%).

Ninguna divisa puede aún hacer sombra al dólar. China apostó por una gradual internacionalización del yuan en las transacciones internacionales de sus conglomerados empresariales. Y tomó medidas para favorecer que los contratos energéticos con los países productores sean liberados en yuanes. Pero el yuan aun no es convertible, los mercados financieros chinos no son plenamente accesibles y las inversiones extranjeras siguen controladas por el Régimen. Lo mismo cabe decir sobre el rublo ruso. Moscú, sometido a las sanciones de Washington desde que se anexionó Crimea en marzo de 2014, intenta reducir sus ataduras con el dólar.

Además, el dólar domina las cotizaciones y el comercio mundial de las materias primas. Es la divisa utilizada por la UE para pagar el 90% de sus importaciones de petróleo y gas. Para corregir esta anomalía, la Comisión Europea recomendó el 5 de diciembre de 2018 a los estados miembros promover el uso del euro en las compras energéticas. Jean-Claude Juncker también criticó que las compañías aéreas europeas utilizasen el dólar, en vez del euro, incluso cuando adquieren aviones europeos. Y van sumando las voces que sugieren que Europa debería dotarse de su propio sistema internacional de pagos, independiente del de EEUU.

EEUU también aprovecha el poder exorbitante del dólar para imponer un imperialismo jurídico y judicial a las empresas extranjeras que operan en determinados países. Una estrategia que se apoya, entre otras bases legales, en la Foreign Corrupt Practices Act de 1977 y en la USA Patriot Act post 11-setember. Es parte de un arsenal jurídico que, según cómo y cuándo se aplica, puede convertirse en un instrumento de disuasión y represión a terceros para defender los intereses políticos y económicos específicos de EEUU. Algunos lo definen como “una política jurídica exterior”, que impone el alcance extraterritorial de las leyes de EEUU. En la última década, la administración estadounidense actuó dura y desproporcionadamente contra varias multinacionales europeas que comerciaban con países sancionados por EEUU. Pero los conflictos se dispararon tras llegar Trump a la Casa Blanca. Hasta el punto que The Economist del 19 de enero afirmaba que EEUU parecía querer actuar como policía, juez y jurado de los negocios en el mundo. Y la conflictividad se agudizó a partir del 8 de mayo de 2018 cuando Trump denunció unilateralmente el Acuerdo nuclear firmado con Irán en julio de 2015. Y después impuso un embargo a Irán que implicaba a todos los actores, estadounidenses o no, perjudicando los intereses de la UE, Japón, Corea del sur y otros países. Y el pasado 4 de noviembre, entró en vigor una segunda tanda de sanciones que reforzaba el embargo. El resultado: muchos Bancos y empresas multinacionales europeas suspendieron sus relaciones financieras, industriales y comerciales con Teherán.

La UE puso en marcha, el pasado 31 de enero, un mecanismo específico para poder eludir las sanciones de EEUU. Los pagos prescindirán del dólar utilizando un Instrumento de apoyo de los intercambios comerciales (INSTEX), creado a instancias del Reino Unido, Francia y Alemania. El INSTEX cuenta con el apoyo formal de los restantes miembros de la UE pero su efectividad es dudosa. Las grandes empresas multinacionales recelan comerciar o invertir en Irán porque temen ser excluidas del mercado de EEUU considerado prioritario.

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