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India aspira a ser una potencia económica

Profesor de ESADE Business&Law School

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India, con 1.350 millones, también aspira a ser una potencia asiática y pronto será el país más poblado del mundo. En 2018 superó a Gran Bretaña y se convirtió en la quinta economía mundial, tras EEUU, China, Japón y Alemania. Y tiene un enorme mérito porque, a diferencia del modelo político centralizado y autoritario chino, India es un Estado federal con una democracia parlamentaria que supo canalizar a través de periódicos procesos electorales a nivel estatal, regional y local, el gran pluralismo político, social, cultural y religioso existente en el vasto continente indio.

900 millones de indios están llamados a participar en el mayor ejercicio democrático del mundo. Se inició el 11 de abril, terminará el 19 de mayo y el resultado se hará público el 23 de mayo. Se votará sobre la continuidad o no del poderoso y carismático primer ministro Narendra Modi. Este venció ampliamente en las anteriores elecciones legislativas celebradas en mayo de 2014, acabando con diez decepcionantes años de Gobierno del Partido del Congreso. Entonces prometió impulsar un ambicioso plan de reformas económicas y sociales para lograr convertir India en una gran potencia económica y estratégica del Siglo XXI. En 2019 vuelven a enfrentarse dos bloques electorales: uno liderado por el Partido del Pueblo Indio (BJP) de Modi, que representa la derecha nacionalista hinduista y cuenta con las principales élites económicas y empresariales que ya le apoyaron en 2014. El otro bloque es el Partido del Congreso de Rahul Gandhi, que promete reforzar el Estado-providencia con un programa centrado en la lucha contra la pobreza, que sigue afectando a una gran parte de los indios.

5 años después, el balance de Modi está lejos de haber cumplido las expectativas y promesas hechas en 2014. El PIB indio creció una media del 7,3%. Pero la economía se desaceleró en los últimos meses hasta el 6,6%. Y persiste un alto desempleo que perjudica principalmente a los jóvenes, se agudizaron las desigualdades territoriales y sociales con un grave impacto medioambiental. El país cuenta con una élite preparada pero el nivel medio de educación de una gran parte de la población sigue siendo bajo. Modi se comprometió en 2014 a crear anualmente nuevos puestos de trabajo para los doce millones de jóvenes que cada año aspiran entrar al mercado laboral. Pero cuatro años después del lanzamiento de su programa Make in India para potenciar el desarrollo industrial y una mayor apertura exterior, la industria manufacturera sigue representando solo el 15% del PIB. India abriga a 22 de las 30 ciudades más contaminadas del planeta.

El balance del programa de reformas Modinomics es ambivalente. La actividad económica se enturbió en 2017, cuando Modi impulsó por sorpresa una desmonetización para poner fuera de circulación los billetes de 500 y 1.000 rupias para sustituirlos por otros nuevos. El Gobierno buscó corregir los sectores de economía informal en un país donde priman las transacciones al contado. También aprobó un nuevo sistema fiscal para los bienes y servicios que se aplicó a los 29 Estados de la Unión. Muchas pymes sufrieron unos problemas de liquidez que frenaron la producción y el consumo. Y el Banco Central de India se lamenta de que aún existan dificultades para acabar con la economía informal, la evasión fiscal y la corrupción.

Además, el Gobierno afrontó las incertidumbres económicas provocadas por la política comercial y monetaria de Donald Trump. India no está tan expuesta como China porque el comercio bilateral con EEUU es más bien modesto. El gran motor económico indio no es el comercio exterior, es el consumo interno de su colosal mercado interior. Pero la locomotora india sufrió, al igual que otras divisas asiáticas, los efectos de la subida de dólar, que encarece la alta factura energética de un país que importa el 80% del petróleo que consume. India sale perjudicada por la decisión de Trump del pasado 22 abril de no renovar las excepciones a los países que importan el petróleo iraní. El resultado es que el petróleo subió esta semana hasta los 74 $. Aunque el contexto internacional no ayuda a Modi, se espera que vuelva a ganar las elecciones legislativas frente a una oposición débil y fragmentada. Modi sigue siendo popular y conserva la imagen de político honesto e íntegro. Y mantiene el apoyo de los grupos empresariales aunque estos lamentan la lentitud y falta de concreción de algunos programas reformistas como el Make in India. Las multinacionales van apostando por el gran mercado interior indio. Pero los inversores exigen más y mejores infraestructuras y la eliminación de las barreras jurídicas y técnicas que frenan el comercio exterior. India ocupa el 100º lugar entre 189 Estados en el Doing Business 2018 del Banco Mundial. China, el 78º. Urge acelerar la modernización de la compleja estructura económica y social india. Mientras tanto, las distancias con China siguen creciendo.

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