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Indonesia, el gigante del sudeste asiático

Profesor de Business&Law de ESADE

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Jocowi Widodo venció en las anteriores elecciones presidenciales celebradas en julio de 2014 a su rival Prabowo Subianto, un exgeneral estrechamente ligado al viejo establishment. Widodo se presentó entonces como un político reformista que no pertenecía a las dinastías y élites que históricamente han controlado el país. Su fama de político honesto y gestor pragmático y eficaz que se preocupaba por los ciudadanos corrientes le hizo merecedor del apoyo del 53,15% de los votos frente por Subianto (46,85%).

Cinco años después, los mismos contendientes volvieron a enfrentarse en las elecciones presidenciales del pasado 17 de abril. Y Jocowi logró un segundo mandato presidencial con un porcentaje parecido al obtenido en 2014, aunque el resultado final se hará público el 23 de mayo. El proceso democrático desarrollado en Indonesia tiene un alto valor estratégico. Muestra que Islam, Democracia y Desarrollo pueden ser compatibles. Además, la alternancia política tuvo lugar en un contexto internacional y regional muy enrarecido. El ejemplo indonesio, formalmente la tercera mayor democracia del mundo, contrasta con la regresión democrática que sufren otro países vecinos de la región.

Indonesia es el mayor país de los diez miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), cuya secretaria tiene su sede en Yakarta. Esta economía emergente y rica en recursos naturales, creció una media del 5% en los últimos cinco años. Una cifra insuficiente para dar trabajo a los millones de jóvenes que cada año ansían entrar en el mercado laboral. El PIB precisa crecer un 7% para crear más empleo para reducir la pobreza, las desigualdades sociales y el grave impacto medioambiental. La demanda interna es el gran motor económico. Jocowi impulsó grandes proyectos de infraestructura (autopistas, aeropuertos o el metro de Yakarta). Pero Indonesia, con una renta per cápita que es el doble que la de India, precisa más reformas estructurales, invertir más y mejor para diversificar la economía, exportar más y modernizar un país con una mayoría de la población en el sector informal. Jocowi Widodo afronta su segundo mandato con difíciles retos: ir atajando una corrupción rampante que debilita el Estado de Derecho y seguir mejorando las infraestructuras en los transportes y los sistemas educativo y de salud. Pero, para incrementar las inversiones productivas urge corregir unas finanzas públicas desequilibradas por las subvenciones energéticas. Indonesia sigue siendo una economía protegida que debe abrirse al exterior para atraer más inversiones extranjeras que ayuden a financiar los déficits públicos. Las empresas multinacionales desean invertir en un país con unas emergentes clases medias emprendedoras y ansiosas de consumir. Es el primer mercado automovilístico del sudeste asiático. Los mercados recibieron bien la nueva victoria de Widodo, un político considerado business friendly. El país ocupa el 73ª lugar en el Doing Business 2019 del Banco Mundial. En 2014 ocupaba el 120ª. Pero se precisan más reformas para seguir reduciendo los déficits públicos y mejorar las infraestructuras necesarias para convertir Indonesia, también gracias a su gran mercado interior, en un gran y competitivo hub manufacturero regional. Los costes laborales son inferiores a los de China, Tailandia y otros países vecinos. Pero Vietnam atrae el triple de inversiones extranjeras que Indonesia.

China es su principal socio comercial. Pero la demanda china de commodities decreció a partir de 2013. Y para no depender tanto de China, Widodo potenció el comercio exterior y las inversiones procedentes de Japón, Corea del sur y otros países de Asia-Pacífico. Y con la India de Narendra Modi. También con EEUU y la UE. El país ofrece muchas oportunidades de negocio para las empresas españolas, especialmente en el sector servicios como las telecomunicaciones, energías renovables y turismo.

Indonesia con 266 millones de habitantes es, tras China, India y EEUU, el cuarto país más poblado del planeta. Es el mayor país musulmán del mundo si bien no es un Estado islámico. La Constitución reconoce la práctica de otros credos. Pero la religión influye cada vez más en la vida política y social de un país que es un gran mosaico de pueblos, culturas y lenguas arraigadas a lo largo de un archipiélago de 13.466 islas e islotes. La mayoría de los indonesios no quieren un islamismo radical pero su alargada y funesta sombra se proyecta desde la costa atlántica de África hasta el sudeste asiático. Indonesia tampoco queda inmune a la fiebre del islamismo radical potenciado por las mezquitas financiadas por Arabia Saudita. Frente a esta amenaza, Jocowi defiende la tolerancia y la diversidad. Indonesia participa en el G20. Si prosigue su apuesta por la modernización y el desarrollo se asentará como cuarta potencia asiática, tras China, Japón e India.

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