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El conflicto es necesario

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A menudo no queremos que haya conflicto en las organizaciones. Relacionamos el conflicto con algo negativo, emociones negativas nos invaden y algo nos dice que tenemos que huir de él. Conflicto es a menudo sinónimo de lucha, y esto cansa, por tanto, conflicto también es desgaste. Conflicto es disputa entre compañeros, entre departamentos, con la gente de nuestros equipos. Conflicto son juicios y opiniones confrontadas y, además, muchas veces provoca dolor. Conflicto también es sinónimo de destrucción o de poder, dos caras de la misma moneda. Y podría seguir.

Es el momento de reflexionar. Cambiar algunas ideas que tenemos sobre el conflicto y verlo indispensable con el fin de asegurarnos nuestra evolución y el crecimiento dentro de las organizaciones. Este es ahora nuestro reto.

Soy activista nata de la comunicación constructiva y la conexión entre las personas, pienso que la transparencia, la sinceridad, la naturalidad y la asertividad están poco entrenadas en el ámbito organizacional, y son prácticas necesarias para el crecimiento. Y sí, también soy partidaria de promover el conflicto en las organizaciones, lo has oído bien, el conflicto es necesario.

Abrazar el conflicto nos aporta nuevas perspectivas, nuevas ideas, mejoras e innovación, y estas son necesarias en el entorno actual.

El modelo organizacional está en constante evolución y debemos apostar por la comunicación y la gestión emocional que nos lleva a la construcción de organizaciones sanas, donde los equipos pueden manifestarse abiertamente, hablar de lo que piensan, lo que sienten, lo que ven. Promueven esta confianza, porque entre otros, saben que antes que el interés personal va el interés del equipo, y que hay un propósito elevado al que hay que llegar con éxito. Todos juntos.

Y es que del conflicto nacen nuevas perspectivas, nuevos puntos de vista, lo que permite que se abran muchísimas oportunidades.

Hoy en día hay empresas calladas, personas con miedo, trabajadores que a todo dicen sí por no tener consecuencias negativas, trabajadores sumisos. Trabajadores que aún siguen obedeciendo. Y estamos perdiendo mucho valor, y mucho dinero. Si, retribuimos a las personas por su talento, y se debe permitir que este tenga cabida en todos los niveles. Necesitamos empresas abiertas, donde el conflicto sea constructivo, donde la confianza sea la base en los equipos, donde todo el mundo pueda sentirse libre de expresar lo que piensa, lo que siente, lo que haría, y hacerlo de una manera natural y espontánea.

Me gustan los empleados con sangre, los que luchan por su pasión, enérgicos, que toman decisiones y aportan para un bien común. Son trabajadores que quieren una empresa mejor, más resultados, vibran por un gran futuro. Trabajadores con una mentalidad abierta, que quieren generar y sentirse realizados, hacer uso de su potencial. De ellos, me interesa toda opinión (esté de acuerdo o no), porque como líder, sé que lo hacen por el bien de la organización.

Centrarnos en las habilidades que necesitamos puede ser un buen inicio. Entre otras, entrenar la empatía, la escucha, el entusiasmo hacia el propósito, saber priorizar los intereses del equipo a los personales, aceptar diferentes puntos de vista, la asertividad, tener un compromiso y un deseo de crecimiento, una gestión emocional que me permita dar y recibir feedback sin sentirnos atacados, amenazados o infravalorados, etc.

Poner el foco en la comunicación dentro de la organización y establecer una alianza nos puede permitir un nuevo enfoque. Las relaciones y cómo nos comunicamos serán la clave de nuestro éxito. No quiero un bienestar fingido, quiero conflicto en las organizaciones como oportunidad de crecimiento. Un crecimiento real.

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