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Dicen las malas lenguas que cuando informaron a la reina María Antonieta, la esposa del rey francés Luis XVI –que fue decapitado por la revolución francesa–, de que el pueblo pasaba hambre porque no tenía pan que llevarse a la boca, ella respondió “pues que coman pasteles”.

Pues bien, nuestro alcalde debe tener percepciones versallescas parecidas, porque este lunes despertó con una excentricidad parecida. Ante la evidente crisis económica que va a suceder al coronavirus, el alcalde –sin consultarlo con nadie– pidió al gobierno central la suspensión del pago de alquileres de viviendas, oficinas y locales comerciales mientras dure el estado de alarma provocado por la emergencia sanitaria. Una medida tan pastelera como populista y descabellada. Y muy, muy cínica. Pero luego iremos a eso, primero déjenme explicarles por qué esta ocurrencia es un total disparate.

La suspensión de los alquileres sin discriminación alguna no va a beneficiar a un colectivo determinado, sino que es una medida de paralización de la economía. No se ha planteado en ningún caso que los arrendadores cuenten con esos ingresos para seguir funcionando, ya sea para mantener su propio negocio o incluso a ellos mismos. Ciertamente es difícil pensar en propietarios de inmuebles de menos de 25 años, pero no tanto de más de 70 que necesitan de esa renta para completar una pensión. Del mismo modo que es completamente injusto equiparar al arrendatario autónomo que ve como su caja está vacía desde hace más de 15 días a un funcionario que, pase lo que pase, va a cobrar a fin de mes. Por no decir el agravio comparativo que supone esta medida para aquellos que están pagando una hipoteca religiosamente, porque quieren o porque no les ha quedado más remedio, empujados por el alza de los precios de alquiler. Pero hemos dicho que, además de descabellada, esta es una salida totalmente cínica. Porque nuestro alcalde es un político veterano, y sabe perfectamente que su medida no puede ser adoptada, por lo que, cuando pase esta crisis, tendrá un arma arrojadiza para cubrirse las espaldas cuando se le pidan responsabilidades. “Yo reclamé medidas sociales” dirá. Aún a sabiendas de lo irrealizable de su petición y del engaño que supone a los ciudadanos.

Y es cínica por una segunda razón: Hace más de 10 días que está haciendo oídos sordos a las propuestas de Ciudadanos de suspensión temporal de todos los tributos municipales que puedan afectar a los negocios y comercios de la ciudad: basuras comerciales, vehículos, impuesto de actividades económicas, terrazas... Unas propuestas concretas, directas e inmediatas que aliviarían toda la presión fiscal que hace este ayuntamiento a todas las empresas, comercios y autónomos que, ahora mismo, están parados. Pero solamente a estos. Porque es del todo injusto equiparar a un supermercado que sigue funcionando con un gimnasio o un local de restauración, que no puede funcionar bajo ninguna circunstancia en este estado de alarma.

Sin embargo, nuest ras propuestas de lucha efectiva por aliviar la presión fiscal a nuestro motor económico no están siendo escuchadas por este alcalde y su tripartito de Versalles: deben pensar que los autónomos comen y pagan con pasteles.

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