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LOS DERECHOS EN EL ESTADO DE ALARMA

¿Son para todos, los nuevos derechos emergentes?

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En momentos de crisis se revela el talante de las personas; los medios de comunicación no son una excepción. Cuando las crisis afectan a los derechos fundamentales, podemos encontrar personas y empresas comprometidas con la ciudadanía y otras preocupadas por sus propios intereses: vender espacios publicitarios y rellenar el resto de supuestos hechos relevantes. La información veraz y objetiva, ahora mismo, es un bien muy preciado. Los medios que permiten formarnos una opinión son escasos en un mundo en que se prioriza crear opinión, necesidades de consumo y clientelismo. El beneficio económico por encima de la información veraz.

La realidad actual tiende más a 1984 que a 1948. La situación de posguerra facilitó un gran consenso de Estados sobre los derechos inalienables. La evolución social y técnica devuelve las relaciones más complejas y abre nuevas vías de dominación o expoliación. Así, en la Asamblea General de la ONU de 1975 los Estados participantes fijaron las medidas para que el uso de los avances científicos contribuyera a la realización de los derechos humanos y las libertades fundamentales sin discriminación, protegiendo los derechos y la ciudadanía de los efectos nocivos por su uso indebido. Estos avances nos permiten teletrabajar y seguir con la actividad económica. Pero la Covid-19 ha evidenciado graves déficits de inversión y tecnológicos en sectores sensibles de la administración, como la justicia y la educación, mientras otros disfrutan de una buena salud digital. La brecha digital, evidente en la propia administración, se hace insalvable a nivel de calle, visto el nuevo paradigma. Las estadísticas dicen que el 99% de la población puede acceder a conexión 5G, y que somos una de las economías desarrolladas con la población menos preparada para entornos digitales (11 millones de españoles solo tienen habilidades básicas). Si añadimos tarifas de conexión, costes de equipos, zonas rurales sin cobertura, lentitud de las conexiones y diferentes necesidades familiares en las mismas franjas horarias, surge un gran interrogante: ¿toda la ciudadanía tiene acceso a estos medios en pie de igualdad? Finamente, no olvidemos que la obtención de la materia prima con que se fabrica la tecnología que permite el teletrabajo, las escuelas online, el comercio electrónico, etc., puede ser responsable de graves vulneraciones de derechos humanos.

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