Terror en Vallecas

Nadie duda que Paco Plaza ha aportado bastante al género de terror español, sin dar sensación de que lo que hace es cutre, por muy extensa galería de producciones “de culto” que tengamos y una legión de seguidores que de Jess Franco y de Paul Naschy saben un rato. Otra cosa a su favor es que antes de ser director especializado en dar miedo, era un incondicional de este cine, admirador de George A. Romero y sus muertos vivientes, y de los de producción local, como el admirado Narciso Ibáñez Serrador y su ¿Quién puede matar a un niño?, o No profanar el sueño de los muertos de Jorge Grau. Todo esto sin contar la eclosión de las dos primeras entregas de Rec junto a Jaume Balagueró, y en solitario, con la tercera de la saga. Su última incursión es Verónica, película ambientada en el popular barrio madrileño de Vallecas en 1991 y que se apoya en unos hechos constatados por el único informe policial español que habla de un suceso paranormal real (en nada lo aprovecha Cuarto Milenio). La película no duda en mostrar todos los mecanismos para asustar, como el juego de la ouija, la monja ciega que percibe espíritus malignos, hasta llegar a un mal visible amenazando a una adolescente y a sus hermanos menores. Plaza sabe el terreno que pisa, realiza con eficacia una historia pavorosa dentro de una atmósfera castiza, donde la camiseta del Rayo, las canciones de Héroes del Silencio, el popular limpiador Centella, el bar de bocadillo de calamares y los yonquis de las aceras, se mezclan con lo fantasmagórico. Resultando raro que a solo un mes vista de comenzar, no se haya estrenado en el Festival de Sitges, ya que la película no está pero que nada, nada mal.