No voy a ir repetir que fue una gala aburrida porque hace años que lo es o que al no tener presentadores la cosa no funcionaba, tampoco lo hacia antes. Decir que lo de Glenn Close y los Oscar es una
Atracción fatal, sin desmerecer a la estupenda Olivia Colman en
La favorita. Señalar que uno está harto de biopics, de números románticos horteras, y de que vendan como momentazos una lagrimilla o un traspiés. Premiar a
Green Book no está mal porque es una película amable pese a la hiel que destila esa
road movie en el corazón de las tinieblas y que reconocer a Mahershala Ali, está bien como lo estaría habérselo dado a Viggo Mortensen, ya que en esta película el uno brilla junto al otro. Resaltar
Roma de Cuarón, y sobre todo, recordar que en los últimos 6 años, realizadores mexicanos se han llevado 5 estatuillas, –para que Trump le vaya poniendo puertas al campo–. Y como dato imperdonable, el no acordarse del gran Stanley Donen, que nos ha dejado recientemente. Cine con mayúsculas. Lo dicho, ¡Viva México, cabrones!
