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PARÁSITOS

Cine: Screenbox Funatic.


País: Corea del Sur, 2019.

Director: Bong Joon-ho.

Intérpretes: Song Kang-ho, Lee Seon-gyun.

★★★★
Estamos ante una comedia con tintes muy negros según avanza el metraje porque sabes que en ese entramado de engaños que promueve una familia de buscavidas vocacionales compuesto por un matrimonio con hija e hijo adolescentes, de barrio humilde, de sótanos insalubres, de calles cableadas y gente que orina en las aceras, fingiendo y trabajando a base de ingeniosas artimañas, en cualquier momento todo puede acabar como el rosario de la aurora.

Parásitos es una película brillante, inteligente, en una historia que utiliza todos los resortes de la falsedad de un modo sutil, elaborado, y en la que cada personaje que compone ese clan familiar tiene el don natural de saber mimetizarse en lo que no es y desarrollar su papel a la perfección para vivir a costa de otros, en este caso, de una opulenta familia decididamente ingenua entre esa manada de zorros que van ocupando su lugar en una impresionante vivienda, de maravillosa arquitectura, que se convierte por sí misma en el decorado principal de un elaborado juego entre los que se buscan la vida y los que tragan y creen a pies juntillas a cada uno de los sujetos que han ido ocupando labores en su casa, tejiendo una astuta tela de araña.

Y entre ese juego de manipulación, sarcástico y divertido, se avanza hacia unos momentos que van abandonando la comedia y entran de lleno en lo intrigante, en el factor sorpresa con ribetes de drama del cine más propio del realizador coreano Bong Joon-ho, alabado y no sin merecimiento por la crítica en cada uno de sus trabajos anteriores, como por ejemplo Memorias de un asesino, The Host o Madre, cintas en las que la violencia es un denominador común, algo de lo que Parásitos no está exenta en el marco de un espacio magníficamente estructurado, en el que cada plano adquiere una belleza añadida gracias a la perfección arquitectónica interior, y a una capacidad extraordinaria a la hora de mostrar el lado opuesto del exterior, lo extremadamente rico y lo terriblemente pobre que se alternan dentro de esta fábula con toques sociales.

En esa conjunción de planes entre pícaros existe humanidad, entre los miembros pudientes mucha banalidad, y todo se hilvana hasta formar una película ocurrente, entre lo grotesco y lo efectivo, que permite la entrada de otros personajes que ven la luz para desencadenar el conflicto.

El cine de Corea del Sur es ciertamente potente y portentoso y Bong Joon-ho es uno de sus máximos representantes. No por menos, Parásitos se alzó con la Palma de Oro al mejor largometraje en el Festival de Cannes el pasado mes de mayo, y no por casualidad.

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