Territorios emocionales

La mirada de la realizadora catalana Neus Ballús es la de la vida que pasa, la de los pequeños momentos que conforman la realidad filmada sin trastocarla, sin alterarla, otorgando a sus personajes naturalidad y espontaneidad, siempre respetando el espacio que ocupan, como un testigo mudo que los acompaña, tan solo captados por una cámara que los mira y muestra sus pensamientos aunque permanezcan en silencio. Esto es algo que admiramos en su primer trabajo, La plaga, acompañando a seres anónimos entrañables y sabios desde su propia sencillez. Con El viaje de Marta, la cineasta nos muestra a un padre y a sus dos hijos adolescentes en un viaje turístico a un resort senegalés, unas vacaciones con todos los tópicos de esos días en un país donde se participa de fiestas folklóricas y visitas programadas grabadas en vídeo para mostrarlas al regreso como souvenir exótico. Utilizando algo tan sencillo con pulso documentalista que domina, Ballús interioriza en lo que siente Marta, una joven a punto de cumplir 18 años que mira de modo diferente las cosas, que desea conocer a la gente sin disfraces, que mantiene una relación distante con su padre, que compromete sus sentimientos desde la inocencia y la ingenuidad, que sufre una etapa de aprendizaje que duele, porque cuando se es joven, en ocasiones la vida duele. Con una actriz novel pero que se revela como muy auténtica, una Elena Andrada que desprende franqueza, acompañada por un Sergi López siempre de carne y hueso, creíble y competente, El viaje de Marta deja que las cosas resbalen y sucedan por sí mismas en momentos de exploración interior, tanto de los territorios ajenos como de los propios.