Majos y chonis

Fue una lástima que el Cor Anton Bruckner cantara desde el foso el domingo en la ópera Goyescas en la Llotja. Supongo que no se sabía la partitura de memoria y por eso no salió a escena. Lo que distingue a un coro de ópera es precisamente que los cantantes son figurantes en el escenario. Como era de esperar, lo de cantar desde el foso no funcionó. Lo que se oía no se entendía. Por el contrario, Marta Infante, Albert Montserrat y Àngel Òdena estuvieron soberbios. A la mezzo Infante, destacada intérprete de música antigua, le pones un Granados y te lo saca con categoría. Los músicos de verdad pueden con todo. Los que no lo son se quedan en especialistas. El tenor Montserrat tiene un timbre brillante y estuvo valiente en momentos trompeteros tipo Kraus. El barítono Òdena come aparte. Es un animal vocal y escénico. Por desgracia, no estuvo a la altura de estos tres la soprano Lorena Valero. En la conmovedora escena final ni se la oyó. Goyescas es difícil. Tiene momentos de todo. El comienzo es un poco zarzuelero y el final, exquisito. Recuerda a Debussy. Los majos de Granados se conviertieron en chonis de la Mitjana. A mí no me pareció bien. No todas las óperas toleran estas actualizaciones. Se puede hacer siempre con Wagner, casi siempre con Mozart y algunas veces con Verdi y Puccini, pero no cuando los persoanjes salen de un cuadro de Goya. Escenografía e iluminación fueron correctas. No sabemos si con más dinero habrían sido mágicas. Quizás por la misma razón se prescindió de la potencia visual de Goya. Jamás Lleida había producido una ópera de tanta entidad. Sería lamentable que ahora no girara. Eso sí, sabiéndosela el coro de memoria y cantándola en escena.