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Beethoven mozartiano

Beethoven mozartianoSEGRE-TÀRREGA

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La pianista Alba Ventura alumbra y deslumbra. El pasado domingo ofreció el primer concierto de Beethoven junto a la OJC en el Auditorio AXA de Barcelona y lució una calidad de sonido que extrae, sobre todo, de la relajación con la que se enfrenta a los fortes, en los que la energía no la saca de golpear fuerte las teclas sino de atacarlas desde la distancia, proyectando todo el cuerpo. Eso solo lo hacen los grandes. El concierto tiene mucho de mozartiano, lo que quiere decir que se puede tocar de tres maneras: aburrida, dando las notas sin más; horrible, con una lectura romántica; o conmovedora, emocionando sin perder la compostura, que es lo que hizo Ventura. Siendo mozartiano, el concierto lleva el sello de Beethoven y obliga a pasar varias veces del forte al piano en una misma nota. Eso es muy difícil con un piano porque es un instrumento percusivo. Se precisa de una gran técnica de pedal para mantener vivas las notas. Ventura la tiene. También clase. Y poderío. Y delicadeza. Y reciedumbre. Y refinamiento. Su contacto con el teclado, en el que se diría que los dedos están pegados a las teclas, es asombroso; su control del peso, deslumbrante; su paleta sonora, alérgica al amaneramiento. Le acompañó una OJC atenta a sus exigencias en pianísimo, con vientos brillantes en algunos diálogos con la solista comprometidos, de esos que te pueden provocar una noche de insomnio. La orquesta hizo también una buena lectura de la tercera sinfonía de Schubert, una virguería compositiva escrita a la increïble edad de 18 años, lo que lleva a dudar de la evolución (positiva) de la condición humana.

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