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El President Carles Puigdemont superó ayer su cuestión de confianza con solvencia, reafirmando la sintonía de la mayoría independentista en el Parlament de Catalunya y afianzando las bases del proceso de ruptura con la convocatoria de un referéndum vinculante para septiembre de 2017, aunque todavía no tiene asegurados los presupuestos. Los 72 diputados de Junts pel Sí y la CUP votaron a favor de la continuidad del President de la Generalitat, mientras los 63 representantes de la oposición en bloque –incluido Catalunya Sí que es Pot– votaron en contra. Acabada la votación, Puigdemont acudió a saludar a la portavoz de la CUP, Anna Gabriel, para sellar simbólicamente la recomposición de la mayoría. A partir de ahora, el President tiene ante sí una hoja de ruta avalada por el Parlament pero muy complicada de llevar a cabo por la vía del acuerdo con España, que sería la solución más razonable y preferible y que, además, ampliaría el apoyo político y social del derecho a decidir que sí contemplan Catalunya Sí que es Pot y el PSC, sindicatos e infinidad de entidades de todos los sectores. El aval parlamentario de ayer autoriza moral y políticamente a Puigdemont a exigir un diálogo con el gobierno de España, cuya crisis, que se agrava por momentos, podría intentar resolverse iniciando una segunda transición que pusiera sobre la mesa las reivindicaciones soberanistas catalanas. Hablar y llegar a acuerdos, sin vencedores ni vencidos, es la única salida buena, deseable y conveniente y alguien debe afrontar pronto esta realidad.Acoso y derribo a Pedro SánchezLa dimisión en bloque de 17 miembros de la ejecutiva del PSOE y el acoso e intento de derribo de los barones socialistas, con Felipe González y Susana Díaz a la cabeza, de Pedro Sánchez es un “golpe de estado” en toda regla contra el secretario general. Una maniobra que ha dividido definitivamente al partido con la única finalidad de permitir un gobierno del PP y frenar cualquier intento de acuerdo alternativo que tuviera que pasar por un pacto con Podemos y los nacionalistas catalanes. La crisis española se cobra su primera gran víctima.

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