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Tiene solo 23 años y su nombre es Marc Màrquez. Nació en Cervera y ayer volvió a hacer historia conquistando su tercera corona en MotoGP. Es el piloto más joven en sumar tres mundiales en la categoría reina. Lo tenía todo de cara para terminar ganando el Mundial. Pero pocos imaginaban que sería en el GP de Japón. Necesitaba que los astros se alinearan en forma de caídas y terminar ganando. Su gran perseverancia y los abandonos de Valentino Rossi y Jorge Lorenzo le bendijeron con el título, su quinto Mundial en siete años, si le sumamos el de 125 cc y el de Moto2. Màrquez, más conocido como el Tro de Cervera, tenía solo cuatro años cuando se subió a su primera moto, que le trajeron los Reyes Magos. Desde ese momento, no ha hecho más que coleccionar récords, superar marcas y dar ejemplo de que si al talento, que sin duda atesora, se le añade una gran capacidad de sacrificio y trabajo, nada es imposible. Marc, ya una leyenda viva, no viene además de una familia adinerada o con tradición en el mundo del motor. Todo lo que tiene solo lo debe a su familia y a él mismo. Un chico sencillo y sin estridencias que también ha vivido malos momentos, tanto por el conflicto con el ídolo mundial Valentino Rossi como por las críticas que recibió al saberse que había iniciado los trámites para fijar su residencia en Andorra. A ambos contratiempos respondió como él y sus allegados han hecho siempre: sinceridad, humildad y trabajo. Ahora, los laureles del triunfo vuelven de nuevo a sonar en la Segarra y en Lleida entera, que tiene en este joven corredor de motociclismo a su mejor embajador deportivo en el mundo entero. Felicidades, Marc, y que sean muchos más. N-240, el drama de nunca acabarLa N-240 se cobró la madrugada del domingo otra víctima, una joven de solo 27 años de Les Borges, que falleció tras un accidente muy cerca de Lleida. Con esta ya son 28 las personas que han perdido la vida en el tramo leridano de esta carretera desde el 2009, y cuyo desdoblamiento no llega, por muchas promesas que hagan las adminsitraciones. Una vergüenza que Lleida no puede seguir permitiendo.

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