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Cuatro días ha durado la estatua de Franco decapitado en Barcelona y después de ser blanco de todo tipo de lanzamientos de huevos y los objetos más diversos, de ser adornada con muñecas hinchables o la cabeza de un cerdo, fue derribada la noche del jueves y finalmente el ayuntamiento de Barcelona ha decidido retirarla junto a la estatua de la Victoria que también se había ubicado en la explanada del Born. Si el objetivo era acentuar el carácter provocador del arte, se ha conseguido con creces y la iniciativa ha conseguido indignar a los sectores que consideran el Born la “zona cero” del independentismo y también a los que valoran la retirada como el triunfo del vandalismo, y si lo que se pretendía era crear una polémica que pudiera disimular cuestiones más candentes en el consistorio barcelonés, también se ha conseguido porque se ha hablado más de la estatua que de la votación perdida por Colau con el Programa de Acción Municipal. Pero en cambio no parece que se haya conseguido el objetivo real de la exposición “Franco, Victoria, República. Impunidad y espacio urbano” de difundir los crímenes del franquismo, la falta de reparación a sus víctimas y la relativa impunidad con que permanece en calles y ciudades la memoria del dictador, porque la estatua y su ubicación han difuminado cualquier debate sobre el contenido de la exposición y sobre la materia en cuestión. No se han hecho las cosas bien porque no se ha sabido explicar la exposición, ni el sentido que se buscaba al exponer la estatua decapitada y también porque hay sectores que no han aceptado que se instalara en el Born, ni están dispuestos a tolerar que se cambie el carácter de esta ubicación y se abre la puerta a que los descontentos con el simbolismo de alguna estatua también puedan forzar su retirada. Y además se ha perdido una gran ocasión para explicar y divulgar las atrocidades del franquismo justo cuando el Parlament ha dado el primer paso para que se anulen los juicios sumarísimos de la dictadura. La mitad de los ciudadanos de este país no habían nacido cuando murió Franco y entre los más jóvenes hay un gran desconocimiento sobre la barbaridad que representó la dictadura y el sufrimiento que comportó. Hace falta recuperar la memoria histórica y son necesarias muchas exposiciones sobre los crímenes del franquismo, pero bien hechas, bien explicadas, con rigor, afán didáctico y divulgativo y no buscando el espectáculo fácil.

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