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La garantía de las pensiones de jubilación se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la población activa, porque todos los indicadores, demográficos y económicos, invitan al pesimismo y no se atisban iniciativas ni consensos para solucionar un problema anunciado desde que estalló la crisis. En la serie de reportajes que dedicamos a analizar la cuestión, ha quedado claro que llevamos siete años de déficit permanente, que las cotizaciones no cubren las pensiones, que el desfase anual trasladado a Lleida es de 230 millones de euros y que, atendiendo a la pirámide de edad, dentro de quince años la cuarta parte de la población de Lleida tendrá más de 65 años y con derecho a cobrar pensión, unas 93.528 personas, frente a un 58 por ciento de la población en la tasa de actividad, 138.470 personas. Con esta proporción, el sistema es absolutamente insostenible y más si tenemos en cuenta que buena parte de las jubilaciones estará en el segmento alto de las pensiones, mientras que si no cambia la situación, los cotizantes estarán en el segmento medio o bajo. En España, el panorama es similar y el fondo de reserva está prácticamente agotado, por lo que tendrán que tomar medidas con carácter de urgencia y, como no se puede cambiar la situación demográfica y conviene ser escépticos sobre la creación de empleo, habrá que plantearse cambios en el sistema y que sean los presupuestos del Estado los que asuman las pensiones no contributivas. Pero habrá que hacerlo rápido y bien para que no se quiebre el sistema.Mala concienciaHa muerto Rita Barberá, una alcaldesa que fue votada y querida por su pueblo y es momento de lamentarlo como en todos los óbitos, pero no de intentar ajustar cuentas, como hicieron ayer algunos dirigentes del PP exigiendo reflexiones y rectificaciones a quienes habían investigado o informado sobre las presuntas actuaciones irregulares de la alcaldesa. Quienes la habían expulsado del partido, como recordó ayer el mismo Aznar, fueron los actuales dirigentes del PP, que tal vez intentaban reparar su mala conciencia buscando culpables entre la oposición o los periodistas.

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