SEGRE

Creado:

Actualizado:

Salvo sorpresa mayúscula, el colegio electoral formado por 583 compromisarios representantes de los 50 estados y la capital, habrá elegido esta madrugada al candidato Donald Trump como nuevo presidente de los Estados Unidos, que tomaría posesión a primeros del 2017. En ninguna elección presidencial se había planteado esta hipótesis de que los compromisarios cambiaran al presidente electo, aunque siempre ha habido algún elector sin fe que ha alterado el voto de sus ciudadanos optando por ejemplo por el candidato a la vicepresidencia, pero nunca se había planteado que la decisión de estos compromisarios pudiera provocar un cambio tan significativo. Haría falta que 37 delegados cambiaran su voto y, en la víspera, solo uno por Arizona había anunciado que votaría a Clinton aunque su estado hubiera optado por Trump, pero nunca como hasta ahora se había cuestionado el sistema de elección indirecta del presidente de Estados Unidos. Ha influido en la crítica al sistema que en lo que llevamos de siglo, dos de los tres presidentes electos, George W. Bush, en 2000, y ahora Donald Trump, han obtenido menos votos populares que sus adversarios. Al Gore superó en medio millón de votos al republicano Bush y la decisión de Florida, donde era gobernador su hermano, fue decisiva en medio de críticas sobre la limpieza del sistema. La diferencia de votos se multiplicó el pasado 8 de noviembre y Hillary Clinton consiguió 2,8 millones de votos más que Trump y las críticas sobre la injusticia del sistema se multiplicaron, pero es que además, se han denunciado interferencias rusas en el voto electrónico para favorecer al candidato republicano y el mismo presidente Obama acusó al presidente ruso Putin de ciberataques que afectaron al proceso electoral de Estados Unidos. Pese a la gravedad de las acusaciones, y la evidencia de interferencias rusas, Hillary Clinton aceptó desde el primer momento su derrota electoral y a diferencia de Gore, no ha interpuesto recursos ni ha cuestionado la legalidad de la elección de Trump. Pero buena parte de la sociedad, y de los medios, sí cuestionan tanto el proceso como el sistema en sí, recordando que el mismo Trump aseguraba en 2012 que “el colegio electoral era un desastre para la democracia”. Ahora, como en tantas cosas, ha rectificado, pero nadie entiende como el principal enemigo interfiere en las elecciones y más allá de las críticas mediáticas, nadie hace nada.

tracking