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La 145 edición de la Fira de Sant Josep de Mollerussa, la Fira Catalana de la Maquinària Agrícola, cerró ayer sus puertas con 180.000 visitantes, que supone un 20% más que el año pasado, con la satisfacción del 65% de los 304 expositores por haber cubierto expectativas, y también, en el salón paralelo del automóvil, las firmas declararon más ventas que el pasado año. Son unos buenos datos que confirman la buena salud del certamen con una gran aceptación entre el sector y el público, algo a lo que ya nos tiene acostumbrados la Fira de Sant Josep en los últimos años. Pero más allá de este balance final, en esta edición destaca la propuesta lanzada por Marc Solsona, alcalde y presidente de Fira de Mollerussa, en el sentido de acordar una estrategia promocional y global con el otro gran certamen de las comarcas leridanas, como es la Fira de Sant Miquel de Lleida, que en su opinión conforman en el sector agrario e industrial “uno de los clústers económicos más importantes del país y más potentes del sur de Europa”. Sería la aplicación práctica de aquello de la unión hace la fuerza, ya que se trata de dos certámenes complementarios, uno se centra en la maquinaria agrícola y la innovación tecnológica, Sant Josep, y el otro trasciende especialmente por ser un escaparate de la fruta que se produce en el territorio. Además de no suponer una competencia entre ellas, el hecho de que una se celebre en marzo y la otra en septiembre facilitaría que las campañas de promoción conjunta que se pudieran llevar a cabo abarcaran prácticamente todo el año, y a la vez esta acción mancomunada podría resolver problemas como la ausencia un año en una y el siguiente en la otra de las firmas de tractores.

Es evidente que una estrategia común entre los dos certámenes solo puede que reportar beneficios para ambos y también para el territorio, ya que acercaría más a dos importantes polos económicos de las comarcas de Lleida, como son la capital y Mollerussa, que tradicionalmente han vivido de espaldas a pesar de su proximidad. El resultado final de esta coordinación entre Sant Josep y Sant Miquel no puede ser otro que alcanzar una mayor competitividad frente a los otros certámenes del resto del Estado. Es una buena idea que merece ser considerada.

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