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Las declaraciones de Jordi Cruz, un famoso cocinero integrante de un jurado televisivo, sobre el papel de los becarios en los restaurantes de lujo y la conveniencia de que no cobren ha levantado una auténtica polvareda con críticas de algunos de los antiguos becarios que se quejaban de recibir palos y trabajar hasta 16 horas sin cobrar un euro, el respaldo de otros grandes chefs que consideran imprescindible para la viabilidad de sus negocios la existencia de becarios sin cobrar y las críticas sindicales que reclaman el cumplimiento de los protocolos existentes en materia de horarios para todos los trabajadores.

El tema trasciende al sector de la hostelería, donde tal vez está más extendido, porque también se da en otros sectores donde se mezclan a veces las prácticas de una asignatura, los trabajos paralelos a un máster o la formación complementaria de los ya titulados que se incorporan al mercado laboral con becas o contratos de formación. En cualquier caso, debería ser un criterio generalizado que nadie debe trabajar gratis, aunque forma parte del acuerdo entre las partes que como dice Cruz, la remuneración sea la formación, el alojamiento y la manutención o que sean pequeñas cantidades que complementen el aprendizaje. Tiene razón en que es una oportunidad única poder formarse en una cocina al lado de un gran chef porque es la mejor academia y puede abrir un sinfín de oportunidades laborales, pero parece claro que se han registrado abusos y que en algunos casos los becarios se convierten en mano de obra barata y no siempre la formación es el capítulo fundamental de su horario laboral y es evidente que ningún becario debería soportar jornadas de 16 horas como algunos han denunciado.

La polémica, centrada hasta ahora en el mundo de la hostelería, reabre el debate sobre la figura del aprendiz en el resto de sectores, aparcada por los mismos convenios y cuya recuperación algunos plantean porque es un paso fundamental para conocer el oficio, para compatibilizar la formación teórica recibida y los problemas prácticos que surgen en el día a día y sobre todo porque puede ser un instrumento eficacísimo para combatir el principal problema del país: un paro juvenil que afecta a la mitad de la población. Donde mejor pueden aprender los futuros profesionales es en las cocinas o en el puesto de trabajo, pero sin abusos, priorizando la formación y buscando fórmulas de compensación.

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