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La despoblación de los pueblos es uno de los grandes problemas de nuestras comarcas, que ven como crece el censo en ciudades y capitales de comarca, mientras la mayoría de los pueblos pierde población en un proceso que se ha trasladado de las zonas pirenaicas a las comarcas del llano. Los datos son preocupantes y un centenar de pueblos del llano ha perdido población en los últimos 25 años y algunos como Almatret, Guimerà o Vinaixa en proporción superior al 30 por ciento, sin que ninguna medida de reequilibrio territorial haya funcionado. Con la pérdida de población entramos en un círculo vicioso: con menos habitantes, hay menos servicios y también menos posibilidades para invertir y generar empleo, de forma que la población se envejece y continúa marchando a las poblaciones grandes, donde los jóvenes pueden encontrar trabajo, servicios educativos y sanitarios y una oferta de ocio que no tienen en los pueblos pequeños que van languideciendo, con casas abandonadas y población envejecida que solo se revitaliza en el mejor de los casos como pueblo de veraneo.

El problema se agudiza más en la España interior que en las zonas costeras y por fin parece que las instituciones empiezan a preocuparse por el tema y esta misma semana se han celebrado unas jornadas de la Unión Europea y otras organizadas por la Federación de Municipios en las que se plantean medidas concretas y urgentes para combatir esta despoblación. De entrada, hay que exigir que los habitantes de estos pueblos tengan los mismos derechos e idénticos servicios que los de las ciudades, aunque los costes sean superiores, y se hace imprescindible que, como ya pasa en algunos países europeos, apliquen una discriminación positiva para atender estos servicios y garantizar la igualdad de derechos. Como se dijo en el congreso de la FEMP, el medio rural pierde cinco habitantes cada hora y ha llegado el momento de pasar de las palabras a los hechos con medidas concretas como los incentivos directos a la creación de empleo en este ámbito, desgravaciones fiscales a sus habitantes, descentralización de los servicios o ayudas para la educación de los jóvenes procedentes del medio rural. Y así, hasta 80 medidas concretas que son urgentes si queremos reequilibrar el territorio y salvar nuestros pueblos.

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