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El Parlament de Catalunya hizo este jueves un acto de justicia histórica al anular las sentencias políticas del régimen franquista y declarar ilegales los tribunales de la auditoria de guerra y de la IV Región Militar que actuaron en Catalunya desde abril del 38 hasta diciembre del 78.

Con la aprobación de la ley de reparación jurídica de las víctimas del franquismo, que es el nombre del texto aprobado este jueves, se declaran “nulos de pleno derecho” los tribunales y consejos de guerra creados por el franquismo y también las sentencias y resoluciones instruidas.

Habrá un reconocimiento por parte de la Generalitat a las víctimas y sus familiares y el Arxiu Nacional hará un listado de los procesos, los encausados y la condena impuesta para dejar constancia de la vulneración de derechos que padecieron.

Nada devolverá la vida a los tres mil ejecutados, ni podrá paliar los sufrimientos a los más de sesenta mil condenados y sus familias y también es cierto que esta ley tal vez llega tarde y hubiera tenido que aprobarse con la restauración de la democracia, pero hay que destacar que es de justicia anular los resultados de un acto antidemocrático, las actuaciones de un régimen surgido de una sublevación, de una guerra incivil y de una dictadura vergonzosa.

Bien está que el PP se sumara este jueves a esta iniciativa parlamentaria que se aprobó por unanimidad, ya era hora que algún diputado del PP condenara el franquismo en el Parlament aunque en el Congreso preferían condecorar a Martín Villa y hasta vale la pena recordar que en el discurso del rey con motivo del 40 aniversario de las primeras elecciones se refirió a la dictadura, pero hubiera sido deseable que una ley similar se aprobara en el Congreso, que no solo se anularan las sentencias de la IV Región Militar, sino las de todas las regiones militares porque la represión, el maltrato a los demócratas y el régimen de terror fue generalizado en toda España.

No ha sido así y hay que reconocer al Parlament y a la Comissió per la Dignitat el mérito de esta ley, pero que este merecido homenaje a las víctimas del franquismo no sea un instrumento de confusión. Ni las víctimas ni los verdugos tenían adscripción territorial, los hubo en todas partes y la distinción hay que hacerla entre los demócratas y quienes se sublevaron.

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