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Por cuestiones de agenda se había aplazado hasta este lunes la inauguración del tramo de autovía que enlaza la variante de Lleida con el que ya estaba abierto en dirección a Vielha con tan poca utilidad que se había bautizado como la autovía que no va a ninguna parte y desgraciadamente la visita del ministro ha coincidido con un nuevo accidente en un auténtico punto negro de las carreteras leridanas, con dos jóvenes muertos en la N-240 en Juneda.

Se pueden bautizar con toda la pompa que se quiera como autovía de la Ribagorza los 16 kilómetros que están abiertos entre Torrefarrera y Almenar, pero conviene que seamos conscientes de que falta mucha inversión para solucionar el problema de la N-230 hasta llegar a Francia, de que se ha abierto uno de los tramos más sencillos de solventar que evita rotondas pero no registraba especial accidentabilidad, que sí tienen otros tramos de la misma carretera, e incluso que no era la prioridad en los puntos negros de las carreteras de Lleida.

Porque si hay una carretera que requiere soluciones con carácter de urgencia es la N-240, especialmente entre Lleida y Les Borges, y este lunes un nuevo accidente con dos jóvenes muertas volvió a colocar en primer plano un problema latente que se va difuminando por la polémica entre las posibles alternativas mientras van goteando los muertos en accidente.

Las estadísticas siempre son negras y llevamos 31 muertos en accidentes de tráfico en los últimos ocho años entre Lleida y Les Borges Blanques y si nos centramos en el área de Juneda, son 16 muertos en 16 años, un muerto por año que obliga a exigir una solución inmediata en forma de desdoblamiento o liberación de peajes en la autopista.

Que a estas alturas Lleida siga sin estar conectada por autovía pública con capitales vecinas como Tarragona, o como Zaragoza, es una vergüenza y un agravio con respecto al resto de provincias españolas que tienen solucionado este problema de infraestructuras, pero aún es más grave en el caso de la N-240 que recoge todo el tráfico pesado de Lleida, el Pirineo y la zona cantábrica hacia el puerto de Tarragona y también todo el tránsito turístico que llega a la Costa Daurada procedente de País Vasco, Navarra, Aragón y Lleida, con unas densidades de vehículos que hace años hacen obligatorio su desdoblamiento en la autovía.

El ministro lo prometió este lunes, pero hacen falta hechos que acaben con esta sangría de vidas.

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