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Los pequeños y medianos agricultores de Lleida llevan años dando señales de alarma ante el retroceso de precios que hace inviables muchas explotaciones. La actual campaña de fruta de hueso (melocotón, nectarina y paraguayos) ha sido la gota que ha colmado el vaso y ahora mismo las centrales se encuentran saturadas y sobran 40.000 toneladas, a las que se debe añadir las que todavía quedan en los árboles.

Además, algunas centrales frutícolas han dejado de admitir mercancía, lo que ha incrementado el nerviosismo de los payeses, que no pueden ni recoger ni entregar su cosecha y algunos de ellos han optado directamente por arrancar árboles. Este lunes, un nutrido grupo de representantes de la plataforma en defensa de la fruta llevaron a cabo una marcha lenta de vehículos hasta la sede de la Comisión Europea (CE) en Barcelona para pedir que se pongan en marcha medidas extraordinarias para retirar del mercado este excedente de producción.

Un desfase que viene motivado fundamentalmente por el boicot ruso del 2014, país que precisamente adquiría al año unos 40 millones de kilos de fruta dulce y que desde entonces las importa de la China (este país produce la mitad de los melocotones que se comercializan en el mundo). Para complicar más el mercado, ha habido un considerable aumento de plantaciones y consecuentemente de kilos, sobre todo en Murcia, lo que hace imposible, con el mercado exterior y interior actual, absorber los excedentes. Los intereses de las grandes cadenas comerciales y sus compras a precios catastróficos cierran el círculo de una situación ruinosa.

La misma crisis se extiende a todo el valle del Ebro y ayer en Fraga también se produjo una protesta en la misma línea. Desde el ministerio de Agricultura se han dirigido a la Comisión Europea para solicitar esas actuaciones; sin embargo, a corto plazo será muy difícil que se adopten, ya que Agricultura no cuenta con fondos para financiarlas y deben recibir el dinero de Presupuestos que, dicen, tiene otras urgencias, y suponiendo que se autorizasen, sería dentro de varios meses, con la campaña ya finalizada.

Lo grave es que la guerra comercial que arrastran la Unión Europea y Rusia la acaban pagando los pequeños y medianos productores, que configuran el tejido económico básico de nuestra economía y en el que se ha fundamentado el progreso de Lleida desde hace muchas décadas. Las administraciones deben actuar y rápido.

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