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La Junta Local de Seguridad de Barcelona, reunida ayer, acordó mantener el nivel 4 sobre 5 de alerta terrorista pero aumentar las dotaciones policiales, especialmente en los puntos de más alta concurrencia de la ciudad, es decir atracciones turísticas, estaciones y grandes acontecimientos festivos o deportivos, así como el aeropuerto de El Prat. En cifras, eso significa el aumento del 10% de las dotaciones de los Mossos d’Esquadra en materia de seguridad ciudadana y un 20% las de orden público.

Al despliegue de los Mossos, que se hará extensivo a ciudades y enclaves turísticos de toda Catalunya, también hay que sumarle un incremento de dotaciones de la Guardia Urbana y cursos de formación para policías locales en la lucha global contra el terrorismo.

A estas medidas excepcionales, más que obligadas después de los atentados de la Ciudad Condal y Cambrils del jueves pasado, habrá que añadir una hoja de ruta mucho más amplia de prevención y control de los fanatismos que puedan desembocar en las barbaries de hace una semana. Cuerpos policiales y expertos consideran que mezquitas, locutorios, internet, redes sociales y cárceles son los principales lugares donde se captan y se desarrollan los procesos de radicalización yihadista.

En el caso del Centre Penitenciari Ponent ya se aplica un protocolo de detección, al igual que en las mezquitas, en las que el propio portavoz de la asociación cultural Atlas de Lleida, Omar Charah, reclama la necesidad de quitar poder a los imanes como representantes de la comunidad musulmana y que los propios fieles “denuncien el radicalismo de sus mensajes y no estén callados” cuando se produzcan.

Charah señaló que actualmente a los imanes “no los elige nadie” y “no se sabe de qué viven” y reclamó a las administraciones que examinen más y más detalladamente a estos líderes religiosos. Y como punto fundamental de la prevención, las escuelas, con unas reglas de detección precoz y de conductas de riesgo que Enseñanza e Interior ya tienen activadas desde el curso pasado.

La seguridad total no existe, pero para preservar el bien común de todos, incluidos evidentemente la mayoría de musulmanes que nada tienen que ver con el terrorismo, y nuestros valores de convivencia, democracia y libertad, sin distinción de razas o religiones, hay que tomar medidas urgentes en todos los ámbitos de nuestra sociedad.

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