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A la independencia a plazos propuesta por Puigdemont el martes con la asunción del mandato de que Catalunya se convierta en estado independiente en forma de república y la suspensión de los efectos de la independencia a los seis segundos, para abrir un diálogo, le respondió ayer Mariano Rajoy con una aplicación también en diferido del ya famoso artículo 155 de la Constitución. Primero, le da un plazo de cinco días, hasta el lunes, para que confirme si declaró o no la independencia, porque pese a la solemne firma de la declaración fuera del hemiciclo y con la sesión cerrada tiene las mismas dudas que buena parte de la prensa internacional e incluso los congregados en los aledaños del Parlament. En función de la respuesta porque ni se votó la declaración de independencia, ni se votó la suspensión propuesta, Rajoy da ocho días, hasta el jueves 19 a las diez horas para que “comunique de forma fehaciente el cumplimiento de este requerimiento” y vuelva a lo que considera la legalidad. Es decir, que en este segundo plazo y en el supuesto de que Puigdemont confirme que ha declarado la independencia empezaría a activarse el artículo 155 que luego exige la aprobación por mayoría absoluta del Senado y después tiene consecuencias desconocidas, porque nunca se ha desarrollado, ni tampoco se ha aplicado. En el artículo únicamente se dice que “el Gobierno podrá adoptar las medidas necesarias para obligar [a la autonomía] al cumplimiento forzoso de dichas obligaciones o para la protección del mencionado interés general”. Y aquí cabe todo: desde la convocatoria de elecciones catalanas a la asunción por Madrid de determinadas funciones llegando, como caso extremo que algunos ya barajan con exceso de frivolidad, a la suspensión de la autonomía. Hasta que se concrete, habrá que seguir pidiendo diálogo y aceptar todas las mediaciones que puedan aportar soluciones, sean propuestas como la reforma constitucional que ayer planteó el PSOE, sea una mesa bilateral como propugnó Puigdemont en la CNN o en la línea propuesta por el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, dentro del orden constitucional. Habrá que concretar sobre qué se quiere negociar, porque Rajoy solo se mostró dispuesto a dialogar sobre financiación y autogobierno, mientras que Puigdemont lo quiere sin condiciones. No es fácil, pero es un primer paso que rebajen la tensión y que la palabra más utilizada sea diálogo.

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