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Cualquier proceso rupturista tiene unos costes económicos y en las hojas de ruta independentistas los más realistas advertían que la independencia conllevaría sacrificios, mientras que los iluminados, que también son los que más eco tenían, nos anunciaban un panorama panglosiano una vez liberados de la “España que nos roba”. En el otro bando, surgieron los apocalípticos que anunciaron la ruina total y así la Autoridad Fiscal Independiente cifró en 12.000 euros las pérdidas para el año entrante, con una rebaja del PIB entre las cuatro décimas y el 1,2, mientras otros más prudentes como el BBVA rebajaban las pérdidas a tres décimas. Todos anuncian bajadas del PIB y pérdida de competitividad aunque cada cual arrima el ascua a su sardina y el Banco de España eleva hasta los 2,5 puntos la pérdida del PIB de 2018, lo que representarían 27.000 millones, mientras que la Cámara de Barcelona la rebaja hasta dos décimas para el próximo ejercicio tras una caída más acusada en el vigente. Todo son previsiones porque nadie sabe lo que nos espera, el grado de crispación político y social y su impacto en la economía, pero sí hay coincidencia en rebajar las expectativas de crecimiento y sobre todo en considerar que puede truncarse la recuperación de la larga crisis que hemos padecido. El último diagnóstico ha llegado de la Comisión Europea y ayer su comisario Pierre Moscovici dio la sorpresa al aumentar la previsión de crecimiento de España del 2,8 al 3,1 por ciento para este año y también para el año que viene, de forma que pasaría del 2,4 al 2,5, si bien advierte que hay un riesgo para este crecimiento que se llama Catalunya, con un impacto que hasta ahora ha sido contenido en los mercados, pero que puede tener repercusiones en las previsiones de crecimiento. Es decir, que hay serios nubarrones sobre el futuro económico, pero que todavía está en nuestras manos evitar las inundaciones y que se frustren las esperanzas de recuperación, porque seguimos en crisis y al margen de las cifras macroeconómicas ayer conocimos un dato que nos afecta más de cerca: el salario medio baja por primera vez en diez años rompiendo la tendencia de pequeñas subidas que se había registrado desde 2006. El salario medio se ha situado en 1.878 euros, 1.952 en Catalunya y es triste consuelo que suba el PIB mientras bajan los sueldos y que una tercera parte de los asalariados sean mileuristas.

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