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Hoy a las tres de la tarde está convocado el Parlament de Catalunya para elegir presidente de la Generalitat según los resultados de las elecciones del 21 de diciembre, que dieron una mayoría parlamentaria al bloque independentista que ha presentado candidato a Carles Puigdemont. No debería haber más problemas porque la candidata de la fuerza más votada, Inés Arrimadas de Ciudadanos, no tiene los apoyos suficientes e incluso ha renunciado a defender su candidatura. Con los resultados del 21-D se refrenda la tesis soberanista de restituir al president destituido por el 155 después de que se aprobara la proclamación de la república catalana y una declaración de independencia a la que después se le ha intentado negar valor jurídico. Aquí entra la maquinaria judicial que además de encarcelar al vicepresidente Junqueras y varios consellers decreta orden de busca y captura de Puigdemont, que se ha refugiado en Bruselas para no acabar en prisión porque está acusado de los mismos delitos que sus compañeros de gobierno encarcelados. Como no hay sentencia ni condena pueden presentarse a las elecciones, son elegidos y proclamados diputados y hasta pueden ser candidatos a la presidencia hasta que el Constitucional en una pirueta jurídica que dará mucho que hablar no admite el recurso del Gobierno pero prohíbe la investidura a distancia. Pasa la patata caliente al juez del Supremo para que autorice la presencia de Puigdemont y al presidente del Parlament para que decida si sigue adelante con la investidura, con lo cual incurriría en responsabilidades penales, o espera a que se resuelvan en diez días las posibles alegaciones de Puigdemont al Constitucional, incumpliendo los plazos estatutarios para la investidura. Con estos antecedentes, nadie tiene claro lo que pasará hoy: para los independentistas el único candidato es Puigdemont, pero también saben que si lo invisten la respuesta del Constitucional y del Gobierno será contundente con la prolongación del 155 y nuevos procesamientos. Habremos vivido otra jornada épica, no habrá acusaciones de traición porque toda la culpa será de Madrid, pero seguiremos con la Generalitat intervenida y sin gobierno, aunque también hay otras posibilidades si se propone otro candidato del bloque independentista que no esté procesado y pueda aplicar el programa votado. Tal vez no sea tan estético y exige sacrificios personales, pero sería más práctico.

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