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La reivindicación europeísta ha sido hasta ahora uno de los puntos de encuentro de todas las formaciones políticas, llevamos más de 30 años como socios de pleno derecho de la Unión Europea y hemos escuchado hasta la saciedad que los Pirineos ya no son la barrera que nos separaba de Europa. Pero si alguien tiene que llevar mercancías desde el sur de Francia hasta Lleida se encuentra como explicábamos el domingo con que los Pirineos siguen siendo una barrera infranqueable. La vía de comunicación natural de Lleida con Francia es la N-230, una carretera que lleva lustros esperando las mejoras anunciadas y que está en el ranking de puntos negros por su peligrosidad y la alta densidad de tráfico pesado, pero nos encontramos con que una vez que se entra en Francia, en la carretera que le da continuidad hay obras en Sant Beat desde diciembre por riesgo de caída de rocas que impiden el paso de los vehículos pesados. Y si los camiones no pueden enlazar con la red principal de carreteras francesas por la N-230 lo tienen complicado porque atravesar el túnel de Bielsa, ya en Aragón, es una aventura con cortes periódicos, problemas con la nieve y una carretera sinuosa y estrecha en el tramo francés que hace complicada la circulación de camiones. Otra opción es cruzar por Andorra pero al margen de que es un país extracomunitario con más problemas en la aduana tampoco ofrece una alternativa ni más rápida, ni más segura, y si van por Puigcerdà tienen un túnel con un peaje de 30 euros que encarece aún más los costes. Queda la posibilidad de recurrir a los ejes transpirenaicos de Somport o en los dos extremos, Irún o La Jonquera, pero se multiplica el kilometraje y también los costes si el origen o el destino son los Pirineos centrales franceses y Lleida. Llevamos tres décadas en Europa, pero no hemos sabido permeabilizar los Pirineos y ahora desde Lleida ni tenemos vías de conexión con Francia rápidas y seguras como las autovías que cruzan por los Alpes e intercomunican Italia, Francia, Suiza y Austria, ni tampoco hemos apostado por pasos que puedan funcionar como alternativa como podrían ser los túneles de Salau o el de Benasque-Luchon. Y tampoco se atisba excesiva coordinación entre Francia y España a la hora de mejorar simultáneamente las carreteras de forma que se facilite la conexión con el resultado de que las distancias se mantienen y los costes se multiplican.

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