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La actualidad política sigue instalada en una especie de montaña rusa que no para de depararnos sorpresas y de alimentar nuestra capacidad de asombro. Ayer tuvimos dos ejemplos de ello. En primer lugar, la declaración de un funcionario de prisiones que trabaja en Estremera, donde permanecen encarcelados Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Raül Romeva, Josep Rull y Jordi Turull. Y es que este trabajador de la función pública, al que le ampara la libertad de expresión como a cualquier otro ciudadano, tuvo que dar explicaciones ante unos inspectores de Instituciones Penitenciarias después de haber publicado una carta en la que, en resumen, venía a decir que sentía “vergüenza” al ver entre rejas a políticos independentistas solo por defender sus ideas. José Ángel Hidalgo, que sorprendentemente podría ser expedientado por el simple hecho de publicar su opinión, afirmó, tras su declaración, que “el problema es que las ideas que he expresado no coinciden con las ideas del Gobierno de España”, concluyendo que “en este país estamos cada vez más locos”.

Y si ya resulta esperpéntico este episodio, que como ya hemos dicho puede acarrear medidas disciplinarias al funcionario, no resultó menos sorprendente la propuesta del Partido Popular, de la mano de Javier Maroto, de pedir al PSOE, su rival más claro junto con Ciudadanos, cinco votos de diputados “al azar” para aprobar los Presupuestos Generales, después de la negativa del PNV a apoyarlos si no se levanta la aplicación del artículo 155 en Catalunya y no se abre una vía de diálogo para desenquistar la actual situación. Al líder del PSOE, Pedro Sánchez, le faltó tiempo para rechazar la oferta remarcando que “somos un partido serio” que no está para “frivolidades”. Que la política hace extraños aliados es de todos sabido, pero llamar a la puerta del principal contrincante para aprobar el proyecto estrella de un ejecutivo, como son las cuentas anuales, parece demostrar que el gobierno de Mariano Rajoy busca a la desesperada algún apoyo apelando a la “responsabilidad” de su contrincante, cuando lo que está dejando en evidencia es su falta de gancho para sumar los votos necesarios con los que sacar adelante sus proyectos. Si no hay más sorpresas, parece claro que Mariano Rajoy se aproxima inexorablemente a someterse a una cuestión de confianza.

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