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A bombo y platillo se anunció ayer que una empresa austriaca dependiente de Facebook se instalará en la Torre Agbar de Barcelona y creará 500 empleos y todos los políticos barceloneses se han congratulado porque el gigante de las redes sociales venga a Barcelona, porque se le encuentre destino a un edificio simbólico, que tenía que acoger a la Agencia Europea del Medicamento, y porque también esta multinacional apueste por Barcelona pese a los inconvenientes generados por el Procés. Bienvenida sea Facebook y más aún porque el objetivo de la nueva empresa es teóricamente controlar las fake news, es decir las noticias falsas que hasta ahora habían encontrado acomodo más que natural en su seno hasta convertirse en uno de los motores de su crecimiento, y verificar la fiabilidad y credibilidad de sus contenidos, algo que evidentemente tampoco hacían hasta ahora contrariamente a lo que hacemos por convicción y vocación todos los medios de comunicación. De hecho, la filosofía de Facebook hasta ahora era considerarse una plataforma y no un medio de comunicación y desentenderse de la fiabilidad o incluso la veracidad de lo que se divulgaba en su red, evitando cualquier comprobación y dejando la puerta abierta a quien contratara publicidad o a quien aprovechara la plataforma para difundir las noticias falsas. Los problemas surgieron cuando medios como Time o Vanity Fair divulgaron que agentes rusos habían comprado espacios en Facebook para bombardear su propaganda e incluso que había cuentas de hackers rusos que interfirieron directamente en la campaña electoral que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. La gota que colmó el vaso fue la constatación de que otra empresa, Cambridge Analytics, accedió y comercializó datos de hasta 87 millones de usuarios de Facebook con fines políticos, escándalo que forzó la comparecencia de su fundador, Mark Zuckerberg, en el Congreso de Estados Unidos, donde se comprometió a un mayor control de los contenidos de su empresa y del acceso a los datos disponibles. Antes uno de sus vicepresidentes había dimitido disconforme con “la herramienta creada que desgarraba el tejido social” y cayeron bruscamente la cotización de sus acciones e incluso el número de usuarios. Ahora se anuncia que sí contrastarán las informaciones que difunden como hacemos todos los medios de comunicación. Ya era hora y que así sea.

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